REGRESO A CORINTO

“No hay nada que pueda llamar mío.
Lejanos y muertos están mis seres queridos
y ya ninguna voz me habla de ellos”. ~ Friedrich Holderlin

El regreso es una utopía. Una promesa suspendida en el tiempo. Un tormento que crea monstruos de espanto en nuestros sueños. La tierra a la que se vuelve es una metáfora, es un lugar que reconstruimos en nuestra memoria y que alimentamos con nuestros deseos. Es ese paraíso perdido e imposible que nos mira.

Volver a la literatura después de la muerte rastrearla entre las barriadas pobres y escuchar la canción de los pescadores al amanecer es reencontrarse con nosotros. Nuestro Corinto es ese laberintico territorio de una Latinoamérica lacerada por las injusticias y la opresión. Borges, un viejo conocedor de los planos de la casa de Asterion, nos advertía que Dios habita en las grietas, yo agregaría ese Dios que es la literatura también crece en las sombras. En las heridas, en las llagas. Y aquí estamos como Pedro Páramo, perdidos entre los recuerdos de los muertos, buscando nuestro origen. Y en esa búsqueda radica una de las alquímicas formas del arte literario. Vivimos en un laberinto de pantallas que se convierten en cenizas cuando las tocamos. Que se desvanecen frente a las verdades trascendentes que buscan enterrar en el virtual jardín efímero de las delicias.

La literatura es un grito en el desierto. No es un lugar cómodo. No es algo tangible e intercambiable que se compra en un Mall. No se compra, ni se vende. No es una mercancía. No cotiza en la bolsa. Es decir, la literatura es una labor, un trabajo, una disciplina y como tal merece ser remunerado y reconocido. Pero no puede sujetarse a los antojos de un mercado basado en la especulación. En una industria que digita a los Dioses muertos que merecen ser venerados. Que busca lo masivo en vez de lo esencial. Que confunde interesadamente lo popular con lo comercial. Que no busca lectores sino consumidores.

Por eso en nuestro infinito Corinto latinoamericano la literatura y el arte están lejos de los circuitos en los que intentan recluirnos. Es necesario entonces como decía Vigotski demoler las paredes y salir a la calle. Allí entre el pueblo nos señalaba Lorca habita la poesía. No en nuestros confortables claustros. Es cierto que el flagelo de la pandemia universal nos encerró en extrañas arcas individuales. Que desde las ventanas del naufragio virtual contábamos nuestros muertos y contemplábamos como el diluvio arrasaba las construcciones ideales de las masas. Como la corriente violenta de la historia y el sistema erosionaba todo lo conocido. Fue un exilio extraño de millones de islas a la deriva. Pero en nosotros esta volver. Como el metafórico Larsen que llega derrotado a su Santa María o como aquel Agapito Robles con su poncho luminoso bailaba encendiendo el mañana.

La historia no es lo que registran y documentan las grandes cadenas. No son las fakes news que nos atan con los invisibles amarres al nuevo oscurantismo. “Dónde está escrita la historia de los esclavos que construyeron las pirámides”, nos preguntaía Bretch, yo agregaría donde está escrita y documentada la historia de Inti Sotelo Camargo y Bryan Pintado Sánchez asesinados durante las protestas en Perú. En qué libro se registro la existencia de Anthony Amaya joven de 16 años que fuera arrojado desde un puente por los carabineros durante las movilizaciones en Chile. En qué lugar se puede leer la crónica de los que duermen en las fosas comunes de Colombia. En qué lugar se narran los días de los que mueren encadenados a las maquilas. En que diario se describe el viaje de los migrantes y desplazados que agonizan en los muros fortificados de la barbarie. Quizás si miramos sus rostros transparentes ellos no cuenten sus vidas, quizás podamos escribir una historia real, una historia que invoque a la vida.

Hiperion mira a Corinto y vuelve a su Patria.

Leonardo Herrmann. Nació el 20 de marzo de 1975 en Argentina. Es Docente, Escritor, Poeta, Artista Plástico, y Trabajador de la cultura.
Es Director de la Revista digital /Voces del Viento/. Es organizador
del Encuentro Nacional de Escritores /Voces del Viento/ (Bahía Blanca
2010). Fundador y Responsable de la Organización del Encuentro
Internacional de Escritores La Luna con Gatillo en sus tres ediciones: 2018/2019/2020; y que ahora se prepara para su cuarta edición virtual en 2021.
Es Dirigente del Grupo Voces del Viento y del Frente Internacional de
Escritoras y Escritores por la Libertad (FIEL).
Ha publicado cuatro libros: La anónima resurrección del barro, Poesía, 2008. Letra marginal, Novela, 2010. Barricadas de palabras, Poemas, 2015. Y, El evangelio del hombre, Poemas, 2020.


Triunfo de la muerte

“ο θάνατος είναι ό, τι βλέπουμε”
~ Heráclito de Éfeso

Pieter observa la esfera que invierte la imagen del mercader y su bolsa de monedas

los caseríos burgueses de Breda se extienden sobre la línea difusa del horizonte

las ventanas se fugan sobre ventanas

el presagio de la guerra se proclama con las campanadas que incendian el cielo.

En las esquinas
de los ojos
en la espesura
incierta donde
sepultan
las aves desorientadas
por el temporal.

En la intersección
de los cadáveres
de los ángeles
donde el tiempo
gotea sus ácidos
granos que corroen
la inocencia.

En los vértices
laberínticos
de la noche de los bosques,
en el ancestral eco
donde las larvas
anidan en los cráneos
arrastrados por las espumas,
en la osamenta de las
estrellas que estallaron
hace siglos,
en el escatológico
alfabeto de los
oráculos de Dioses amasados
de cenizas
en cada porción
agónica del todo
engangrenado
esta la sombra de mi último grito.

En los galopes lúgubres
de los jinetes de la
peste con el esqueleto de sus corceles,
con las ruedas de los
crucificados en el horizonte.

En los extremados muros
de las fortalezas
humeantes asediadas
por los ejércitos
despiadados de las Erinias
donde las famélicas gárgolas
se alimentan de los
miembros amputados
por la espada.

En las barcazas que transportan a los hijos
de las plagas con sus
pústulas negras
y sus cruces rojas en el pecho.

En cada extensión de la lanza
que se incrusta
y traspasa
a los suplicantes
esta la sombra
de mi último grito.

En la mueca grotesca
de los juglares en el banquete
rodeado de ratas,
con el fétido aroma
de los campos de batalla
donde se pudren
los cadáveres al sol,
cuando los flagelantes
peregrinan llevando
los cuerpos de los niños
en las carretas.

En cada fragmento
ulcerado de mi patria
está la sombra
de mi último grito.

Las campanas de Breda son una profecía
de marfil.
No triunfará
la muerte
aunque esté escrito
y las Parcas corten
los hilos de los huesos.

©LEONARDO HERRMANN