Metaforología tiene el privilegio sagrado de publicar La Cruz es un camino, conmovedores poemas sobre la pasión de Cristo del reconocido poeta italiano Daniele Mencarelli, presentados a ustedes en español gracias a la traducción de la poeta Zingonia Zingone e ilustrado para esta edición digital con las emotivas pinturas de Miguel Elías.

 

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Primera Estación

 

Jesús es condenado a muerte”

 

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Cuanto cielo azul

se refleja en tus ojos

azules espejos vacíos

donde el sol no encuentras,

Pilato hijo del mundo

dejas que maten a otro hijo

por ciega obediencia al miedo,

mísera esperanza de enmudecer

la voz que te ladra adentro

que pide luz de estrellas

amor en la palabra

en fin un día sin fin.

 

Tienes que escarbar en tu pecho

buscar aquel hombre que todavía,

a pesar de todo, habita tu corazón.

Poco es tu coraje Pilato

sólo cielo azul

en los azules espejos vacíos.

 

 “¡He aquí el hombre!”

 

Hágase la voluntad del mundo,

que la Verdad se crucifique.

 

 

Segunda Estación

 

“Jesús con la cruz a cuestas”

 

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Tú, árbol de mi tierra

cuántas piernas te habrán trepado

y juegos y niños en tu copa

para cuántos habrás sido

fresca yacija del reposo.

 

Cuál triste destino

quebrarte y hacerte cruz

donde sólo la sangre humana

crece sólo para secarse.

 

“¡Salve, Rey de los Judíos!”

 

Más que los golpes

y la saliva que me echan

más que las risas sin ojos

las voces que gritan

sin corazón mi nombre

son tus ojos nodulosos

árbol de mi tierra

los que desgarran nuestro viaje.

 

 

Tercera Estación

 

Jesús cae por primera vez”

 

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Quema la tierra

en los ojos la sangre

las piernas traicionan

cede todo el cuerpo junto

recinto de odio fuego en los rostros

voces se acercan a las tinieblas.

 

“¡Debe morir, porque se hizo hijo de Dios!”

 

Padre del cielo

en tu rostro pienso

en tu ayuda creo

siento mis fuerzas desvanecerse

y no recuerdo más mi nombre.

 

Hete

Padre de los océanos todos

he aquí Tu fuerza, su encandecer,

ven cruz mía

hacia la muerte que todo inaugura.

 

 

Cuarta Estación

 

Jesús encuentra a su Santísima Madre”

 

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¿Recuerdas estos brazos?

¿Cómo en vuelo te lanzaban?

Y estas caderas y manos

ojos que devoraban

tu belleza inmutable

adorado hijo

que ahora estás por esta tierra

arrastrándote como cosa que arrastra

dolor y cruz por los ojos de una madre.

 

Retorna la nostalgia

al día del anuncio

al gozo magnífica gloria

de sin pecado tenerte en mi carne

y luego surgido de la misma carne

hijo y Rey mi niño.

 

Nada de tu destino

pueden mis brazos mutar

sólo estar cerca de la cruz

puede esta vigilia de madre.

 

He aquí tus ojos esconderse en los míos,

he aquí tu cansada sonrisa blanca.

 

“Y a Ti, una espada te traspasará el alma”

 

Ahora el verbo puede darse por cumplido

helo plantado en el centro de mi pecho.

 

 

Quinta Estación

 

El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz”

 

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Por los gritos inmundos

espectáculo que da la muerte

y porque al tedio se ha de responder,

es que un hombre simple descubre

una cruz ajena en el hombro,

hombre devoto a la tierra

que su familia ama y él reama.

 

¿Qué culpa merece este odio?

¿De qué te has manchado?

Condenado sin rostro

que andas como sonámbulo

sin ya más ver ni saber.

 

Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,

tome su cruz, y sígame”

 

Frente a tu voz todo se aplaca

aún los soldados entienden tregua,

luego la baraúnda toma de nuevo su marcha.

 

No sé darle un nombre a esta cosa

seré yo el primero en el mundo

en sufrir sufrimiento ajeno

por este condenado a mí extraño,

pero algo en su voz

en mí entre corazón y vísceras

aún habla aún vibra.

 

 

Sexta Estación

 

“La Verónica limpia el rostro de Jesús”

 

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No era esta la corona

ni la ropa de grana ni el pueblo

no era este el día

imaginado para Ti

mi Señor amado.

 

¿No lo veis?

Dejad que llegue vivo

al momento de su muerte

de la mano de la cruz,

dejad que el rostro al menos

llegue al ápice del viaje

en su antiguo candor.

 

“Tu rostro Señor, es lo que busco”

 

El bello adorado rostro

que se queda sobre esta tela

grabado como una promesa.

 

Para siempre seré Tu voz

por Ti conoceré tierras

oiré las oscuras palabras

bajo tu Palabra esclarecerse,

esta tela será

mi escudo y también bandera.

 

 

Séptima Estación

 

“Jesús cae por segunda vez”

 

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¿Cuánto todavía para alcanzar el término?

¿A cuantos pasos del codiciado Gólgota?

No hay respuesta a mi dolor

sólo golpes nuevos y más pesados,

flagelo verdadero vuestros rostros

sólo baba y rabia de animal.

 

Cede de nuevo el cuerpo

los ojos se caen hasta el suelo

colmados de piedad por aquel humano

aquí reducido a pobre cosa,

que sirva todo esto

a liberaros el corazón

vosotros pueblo de hermanos míos.

 

“Salva al hijo de tu sierva”

 

Levántate y resiste

aguanta hasta el cumplimiento

el cielo es tu compañero

Padre silente que todo ve

y llora este desgarro de hijo.

 

 

Octava Estación

 

“Jesús consuela a las piadosas mujeres”

 

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Cada paso tuyo masacrado

es un golpe entre seno y seno

cuento tus llagas

elevo mi llanto a grito

impreco y odio a los que te funestan

pero más aún a mi vecina envidio

su tan fuerte gritería

y su aún más fuerte golpearse,

cuantos ojos más de los míos

vale su dolor.

 

“¡Hijas de Jerusalén!, no lloréis por mí;

llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos”

 

Desaguado el llanto

desvanecido el furor de mis brazos

quedo como plantada en la tierra,

mientras que Tú pasas con tu cargo de cruz

y sólo ahora es claro y vivo

en estos ojos secos todo tu dolor.

 

Las manos rozan mi secreto vientre

de días apenas agrandado,

si hoy lloro es por lo que llevo.

 

 

Novena Estación

 

“Jesús cae por tercera vez”

 

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¿Quién toca esta melodía?

¿Quién la trae desde mi infancia?

No eres tú niño que agolpas

estos últimos pasos infinitos

que gozas exultando hasta el cielo

por un hombre todavía abatido

que más allá no sabe ir ni sufrir.

 

No tocan ninguna melodía

es sólo una broma del corazón

refugiada en el sitio más querido

y oculto al dolor.

 

“No me trague el abismo

ni el pozo cierre sobre mí su boca”

 

Cruz compañera de mi viaje

ayúdame a enderezar este cuerpo,

pero antes, por ultima vez

deja que mi tierra bese,

aquí de mi madre y el más alto padre

aprendí todo instrumento de amor.

 

Ahora sí nos podemos ir.

 

 

Décima Estación

 

“Jesús es despojado de sus vestiduras”

 

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A ti niño mío

crecido a un padre lejano

llevaré esta orla del vestido

trofeo arrancado al hombre

junto con su vida y su carne.

 

Entre mesías y bufón un misterio

de brazos abiertos que llevó

consigo paciente tal horror

que ni una guerra encierra.

 

Lo que no tendrás es su túnica

hilo único entre el hombre a su madre

espectadora desde el inicio hasta la cruz

hija del tormento de su hijo.

 

“No la partamos, sino echemos

suertes sobre ella, de quién será”

 

Pero tu padre nunca fue amado por la suerte

le tocó a un hombre de la tropa

el más perro con el hombre moribundo.

 

No es por ese trapo pobre

desgracia efectiva de la suerte

es por haber entregado los ojos a los buitres

niño mío el mal más grande,

todas las noches regresa a visitarme.

 

 

Undécima Estación

 

“Jesús es clavado en la cruz”

 

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Aun estando claro el designio

aun si la gloria de su destino

le dará orden nuevo al tiempo

dime cómo puede una madre

no sangrar clavo por clavo

su hijo puesto en la cruz

no es la mano del verdugo que te clava

es esta gente borracha de tu sangre.

 

“Jesús Nazareno, rey de los Judíos”

 

Aun ahora que lo izan

que la cruz al viento y al cielo

grita cuerpo martirizado

dime cómo puede una madre

a la corona inmunda tambaleante

al escarnio por aquello que en verdad eres

Rey de todo hombre de corazón provisto

dime cómo puede una madre

no llorar simplemente llorar.

 

 

Duodécima Estación

 

“Jesús muere en la cruz”

 

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El cuerpo ha dejado de sufrir

sólo los ojos todavía sangran

veros apretados en la pena

como bestia sola lejos de todo

hambrienta de estos instantes

que de la muerte aun me separan,

cuán oscuro el aire y la noche en el hombre.

 

“Padre, perdónalos,

porque no saben lo que hacen”

 

Perdónalos Padre

ahora y siempre perdónalos

por ser bellos sus corazones

un canto la voz y de oro sus manos

tu que los generaste

mira cómo te asemejan

el viento que le dan a tu gloria

y la fe de padre en hijo a cada obra.

 

También por este cuerpo clavado

y el trono de cruz donde me pusieron

la santa madre mía que todo vio

Padre te lo pido perdónalos

aun ahora que por sus manos

 

“en tus manos encomiendo mi espíritu”.

 

Ya veo en la trama del cielo

arder benévolo tu perfil

ya no me queda más tiempo

todo de mí os he dado

 

“¡Todo se ha cumplido!”

 

 

Decimotercera Estación

 

“Jesús en los brazos de María Santísima”

 

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El rey que le has dado al mundo

yace traspasado en tu regazo

hijo reducido a triste ruina

madre que recorres su piel martirizada

no hay trozo perdonado por el ímpetu,

de tu mirada la piedad rebosa.

 

Nunca estos ojos vieron tanta majestad

tanta riqueza frente a la tragedia

de reducir un hombre rico a pobreza

el más acomodado de toda Arimatea

desde hoy no lleva en dote más

que esta escena que cargará por la historia.

 

“Mirarán al que atravesaron”

 

sólo los huesos le han perdonado,

al Rey que yace en tu regazo

lentamente zafas la corona

no hay llanto en tus gestos

una fuerza más alta que la muerte,

María guardián de tu Hijo

desde hoy para mí también serás casa.

 

 

Decimocuarta Estación

 

“Jesús es puesto en el sepulcro”

 

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No de muerte huele el aire

nada recuerda a tu desgarro

tu última vida terrenal

acabada en el abrazo de la cruz,

en este huerto el aire sabe

a hierbas aromáticas y a mirra

a primavera traída por los árboles

y las flores crecidas también sobre piedra.

 

Sólo los hombres narran con el rostro

la muerte pasada y futura

sin la mínima esperanza encendida

como si la tierra te guardase eternamente.

 

Hijo perfumado

la carne que te di

retornará caliente a la vida

 

“Venga tu reino”

 

Yo estoy aquí y te espero

surgirá pronto un nuevo día

será tu latido el que despierta al mundo.

 

 

En el viento de este mundo niño

se mece tu verde abanico,

la encendida florescencia de colores

brilla en la copa frondosa

al sol de un tiempo exterminado,

ahora tu resina es miel.

 

Tú árbol de mi tierra

de árbol a cruz de cruz a nido

casa de animales e hijos trepados

de vida eterna en el gozo

y juegos de hermanos sin miedo,

he la tierra que te prometí

el reino donde nada sufre

y quien muere es sólo la muerte.

 

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daniele-mencarelli-poetaDaniele Mencarelli nació en Roma en 1974. Cuenta con cinco poemarios I giorni condivisi, poeti di clanDestino, 2001, Bambino Gesù, Tipografie Vaticane, 2001, Guardia alta, Niebo-La vita felice, 2005, Bambino Gesù, edizioni Nottetempo, 2010 (premio Città di Atri, finalista en los premos Luzi, Brancati, Montano, Frascati, Ceppo) y figlio, edizioni Nottetempo, 2013. Siempre en el 2013 se publicó la edición bilingüe de La Croce è una via / La Cruz es un camino, Edizioni della Meridiana, poemas sobre la pasión de Cristo. El texto fue leído en la Radio Vaticana el viernes Santo del 2013. Sus poemas aparecen en varias revistas literarias y antologías: L’Opera comune, Atelier; I cercatori d’oro, poeti di clanDestino, in Dieci poeti contemporanei, Pendragon y en “Nella borsa del viandante”, Fara editore.