El juego que me planta la palabra
DECIR, poema del libro Sombra sobre sombra
del poeta ecuatoriano Marcos Rivadeneira Silva
Editorial Imaginante, Buenos Aires – Argentina, 2018.
DECIR
I
Desarticula que arde la palabra
sólo ella donde ella exista
en un mundo por tigres frecuentado
fieros mamíferos
bárbaros
bestias
el orbe de tristeza sostiene un roble
la niebla sube fugaz
el humo
la ceniza.
Destrozado vuelo innecesario
planta sumergida en oprobio
borrada diluida
jadeante y olvidada
la palabra donde haya ido
donde ella exista
y sólo ella
un germen de latido innato
esporádico vientre de tierra y barro.
Porque ella arranca un rumor prendido
y lo tira
lo encierra
le miente
enciende la pradera y gasta un balanceo
se despliega hasta el último centavo
y disminuye
increpa
maúlla
y aflora.
La poesía fue perseguida
atrapada
muerta y enterrada
resucitó al tercer día
como todo lo que resucita
cuando es perseguido
muerto y enterrado
y canta solo ella donde ella exista
rama ésta sobre el posado mirlo
no insume ni resta decirlo
tronco que alumbra las termitas
en los vendavales que surgen de la gesta.
Poesía materia primitiva
sustancia de la herejía
me toma
me despoja
me destierra
se retruécana en la misma baldosa
sucia de la cocina
se inventa
me rapta
me pierde me sueña
así todos los días
con un sabor amargo en la boca
y los senderos que ella camina
yo beso
bebo delirio
pero ella piensa otra cosa
y retorna con su tilma de cangrejo
la mañana ensimismada
con la constancia de la tinta
me orgullo de tanto papel en el canasto
que me libero del tiempo
corro
huyo
y salto.
Ella me mira de lejos y
me crónica
me adereza
me margina
ella y sólo donde ella exista
una ventana arrulla el mirlo
y la cubre con las palmas de labranza
luego me silencia
me indómina
me ola
me lágrima
me espuma
y me besa.
II
Pradera en llamas cielo falso
falso el cielo de tu cuarto y de mi cuarto
ilusoria hendija que me llama
lamento mi sonido en este receptáculo
el vuelo dura mientras amanece
un pedacito de cielo en llamas
saber es el riesgo de inventarse las pasiones
décadas enterrando el corazón
sólo queda rascar la memoria hueca
la lengua incrustada en la corteza
lengua de hielo adherida
el caballo oblicuo de la ausencia
una ratonera indiferente es un cielo
crece la autopista
los anuncios
los rótulos
los anhelos
como crece la rótula la falange y el engaño
de la tierra se abre para mí una puerta
lavar el mundo por dentro no la casa
mi cuerpo es cuerpo cuando está desnudo
es lucidez, grito metálico y desordenado
intangible pedernal
perfecto equitativo espanto
estrellas albas me sostienen
presagian con la lengua nuestra muerte
los zapatos para saltar se juntan
huecas dependencias nos inventan
sumisiones del cuerpo
no es conveniente para ella ramificarse
y me yergo impetuoso sobre la ciénaga verde
la tibieza de otros cuerpos
tu cuerpo
tu seno
tu abrazo
y me lánguido con el destiempo apresurado
porque mi cuerpo es cuerpo cuando está desnudo
y el picaporte del olvido se aferra a las costas
de la piel contra la pasión de su carga.
III
Dices mientras callas
y me callas la boca en un instante felino
desatento el mundo a tus palabras
descarriado voy por el destino de la cueva
que azul el monte no el olvido
deja caer la noche en mi regazo
en tu regazo mismo que es el mismo
y te avienta por los cálidos espinos
de la carga adustamente agria.
He renunciado a la sorpresa hace tiempo
en el juego que me planta la palabra
de la sofisticada cárcel los encierros
y en mi nombre todas las cantatas sucias
sigo en despilfarro de los versos
y los espacios que unen las palabras
allí se oculta el secreto de la nada.
Y a lo lejos
la bombilla de esperanza
un tren cansino se sumerge en humo
en niebla en fugaz ceniza
así es la calma que me embriaga con los
cuerpos
de otros desnudos cuerpos atado
la poesía va en su memoria
restregando las ollas clandestinas
y la nada.
Grita mi párpado que grita
de soledad estupor la falacia
sus pies se lastimaron la rodilla
y me habla
como se habla con cualquiera que escucha
un susurro en el oído
leve de la muerte
porque estoy en el lado equivocado
y la verdad se ha parado para verme
Me ensucia
me lastima
me alarma
y se tira tan tranquila en la hamaca
que no entiendo el sabor de los melones
que desnuda por si la sed madura
no en el alma.
La tarde es verde en el instante
es tarde que tardaba para verme
y ahora que la música ha callado
nadie canta a Silvio de los amigos
sólo inventan religiones de los libros
que se alejan cada vez que quiero verlos.
Timones que atraen el giro de los muertos
qué sentido el corazón y el viento
donde arma blanca
la garganta atravesada
sin cause ni dueño
ni duelo anticipado.
He aquí la palabra con su trino
duraznero ancestro terracota cierto
destrucción del fuego
del sentido común y de la escucha
Poesía que habla en lo más alto
viejo truhan maravillosa lámpara
ninfa saliva de la gacela impía
verdad innecesaria
amplio mapa del tiempo discontinuo
encajes como espumas del mar bruñido
reniega hoy polvillo de la vida
que la muerte no es más que un suspiro
que de ella tenemos que escondernos
para seguir amando como aman
en los libros
que alumbran las cornisas con aguaceros
debajo de algún zaguán o conventillo.
DECIR de Marcos Rivadeneira Silva
Este saber, la finitud de la comprensión del ser como dice Heidegger en el epígrafe, que el ecuatoriano Marcos Rivadeneira coloca al inicio del libro SOMBRA SOBRE SOMBRA, le otorgará al autor uno de los mejores poemas de su larga y laureada trayectoria: Decir, en donde la palabra no es ni esquiva ni seca ni enunciativa, sino que encuentra su caudal en el asombro del verso “la palabra donde haya ido”, despoja al poeta de su finitud, lo ilumina y lo asume en la comprensión del ser. Por ello es que recordando al enorme poeta Jorge Enrique Adoum, Rivadeneira se apropia de los torcidos juegos idiomáticos que el primero explora, para crear un nuevo lenguaje en donde el sustantivo se verbaliza para crear una condición de manipulación de la poesía sobre el poeta. Descomunal juego de significados es lo que encierra este poema de Rivadeneira con su voz propia y madura de un lugar en la periferia del mundo, la cintura ensanchada del trópico. ~ Editorial Imaginante