POEMAS DE STEFANIA DI LEO

 

 

Entre el silencio y la nostalgia que se trenzan sin previo aviso, y el amor que estalla para desconsagrar los olvidos, así transita la escritura poética de Stefania Di Leo, anotando tempestades y sosiegos, dándonos los buenos días para seguir adelante en nuestra cotidiana existencia. Ella pesa en la balanza tanto los pétalos de la rosa como los sueños en marcha, la música del espacio y sus propios ojos, que se abotonan al sentimiento y al pensamiento que más nutre al corazón del ser humano. Sus versos son su tabla de salvación, su mundo anclado bajo el cielo raso de esta vida. ~ Alfredo Pérez Alencart

 

CANTOS MEDITERRÁNEOS

 

CANTO I

El mar busca las estrellas dentro de los sueños inciertos. Las playas esconden la verdad bajo la arena, una voz cruza mis oídos, y el canto de sirenas acompaña mi tiempo. Tiene prisa la noche. Se aletarga la sangre como madeja de brillo y de ceniza. Instantes encendidos entre olas.

 

CANTO II

Se vuelve melodía el canto. Canto de sirenas por la noche, sueños prohibidos de verano. Se desnuda la luna. Blancas guirnaldas sobre la luz oscura. Claridad dormida en el pecho. Penumbras de ardor y de espera.

 

CANTO III

Mediterráneo el mar que me rodea. Inestable pasión en la planicie herida. Herencia de mi sangre y de mi sombra. Hebras de luz. El latido de la creciente marejada. Manchas en la rota claridad. La noche enciende su sonoro sigilo bajo el temblor de estrellas ya oxidadas. Mirar el mar es respetar sus fantasmas quietos, amablemente en su vacío, la corriente los recorre como árbitro de la memoria, astuta protectora de mi tormenta íntima.

 

 

PRESAGIO DEL DESCANSO

 

Después de todo cortaremos las distancias

junto a la hierba clavada sobre los campos,

iremos al río para mojar los sueños,

naufragarán los miedos

entre los soplos del viento.

 

Nosotros, en un batir de ojos

adivinaremos la hilera de columnas,

la claridad del mármol y su frescura.

 

Sólo un presagio, un presagio distinto

para cada uno. Una paz dorada,

un largo jardín de flores. Luego el descanso

junto a la tierra húmeda del monte.

 

Después el silencio de la noche,

un triste silencio, y nuestras huellas

solitarias y profundas llenándose de secretos.

 

 

 

 

EN LA OSCURIDAD AMOR, SIN DECIR PALABRAS

 

He desnudado todas las mañanas buscando

aquel poema,

que al ser partido en dos guardará tu nombre

en su sombra.

 

He despojado a la primavera de su trono,

soñando encontrar el polen  con el que  nacen

los besos.

 

He buscado en el ojo gitano de la noche y en el deseo,

el cabalgar herido de los sueños,

y he cruzado las aguas azules de la muerte y del pecado

buscando el gran poema invisible.

 

Aquel que me embruja los labios y se derrama por el cuerpo,

enjambre asesino de siete multitudes de celos,

aquel que desnuda un baile inmortal de vida,

mientras el mar nos mira.

 

He despertado a los dioses, murmurando mi canto,

y en un cementerio he bailado ebria,

conjurando a mi locura,

penetrando los encantos de tu sed,

contemplando tu mirada

en el madero indio donde arde el tiempo.

 

He tenido la piel del más bravo guerrero,

he ofrendado el fuego del amor más preciado.

 

Escribo por tu alma este gran poema invisible,

en la oscuridad amor, sin decir palabras.

 

 

EN LA TUMBA DE VIRGILIO Y DE LEOPARDI

 

Me persigue la luz, el fuego, mi propia sombra,

se apodera de un estado de locura,

los versos van saliendo, sangrantes,

finalmente naufragan en el universo.

Mientras haya palabras, yo escribiré:

de un sueño de paz, del amor y de la vida,

de  un niño que crece abandonado.

 

Escribiré del día con su madrugada

de los paisajes sin fin en el hondo del mar.

Como un torrente devastador,

buscaré las sombras de la tarde,

entre el enigma del vivir.

 

 

DESPERTANDO

 

Para Lilliam Moro

 

Abramos las ventanas a la luz,

al amanecer de los amores,

al devenir del agua y de las olas,

a la lluvia que cae como torrente

para limpiar el aire y los adentros.

 

El mundo ha de despertar

envuelto en el infinito alborecer.

 

Escucho libertad a pesar del silencio,

del fuerte abrazo, escucho el viento;

me amo porque amo a la existencia

a pesar del tiempo y la distancia.

 

 

 

 

RETRATO ROJO

 

Nace el hombre que siempre se enamora

de las cosas que embellece

con su mirada.

Los impalpables gemidos del alba

agrandan la pasión, la claridad del sentir

se hace vida.

Nada es silencio en esos sutiles abrazos.

Rojo en el rojo.

Y los cantos de ese río desencadenan

un ruido sin igual.

Un ruido que nos alimenta

un ruido voraz de amor

que nos atrapa, que nos

detiene

encerrados en su celda,

encerrados entre las primeras luces

del admirar muy cerca

que al amar invade

la frágil quietud de la cama.

 

 

POEMA

 

“Pesas promesas con juramentos y pesaréis la nada” ~ Shakespeare

 

La promesa aguarda los sueños.

La confusión de nuestro tiempo

surge entre la niebla del bosque,

allí corremos

sin tropezar al vacío.

 

Nosotros estamos vestidos de luz

entre espinas de flores

flotando en el paisaje

donde la ebriedad es esperanza.

 

En el silencio elevamos nuestros cantos,

con toda su belleza resuenan

los ecos en las montañas.

Las aguas arrancan un soplo de arena,

entre pinos se reflejan nuestras

sombras bajo las piedras.

 

 

Poesía es vida, es el movimiento de las hojas en el viento, es el aire, el mar, el cielo. Poesía es la existencia, el firmamento, es compromiso personal y social. Silenciosamente, la poesía se convierte en un arma desapercibida y nítida, en un instrumento multifacético y cambiante, por la mano ferviente del poeta, se convierte en su mismo alter ego. Poesía es la voz del individuo, de la conciencia humana, del pueblo, la voz del paria, del vencido, del ganador; la voz del alma, de lo inexpresable, la voz de la oscuridad y de la luz, de la vida y de la muerte. Extraordinariamente, la poesía se convierte en una voz entre las voces, en un grito unánime, en sueños, como diría Ungaretti, capaces de desgarrar el velo que oculta la conciencia más profunda, y arrancarlo, como si se descubriera la caja de Pandora. ~ Stefania Di Leo

 

 

 

Stefania Di Leo nació en Italia. Es Poeta, Profesora y Traductora. Tiene publicados varios poemarios, entre ellos Rosas azules sobre tomillo perfumado, presentado en Valladolid el año 2011. Esta ciudad castellana es ‘culpable’ de su perfección en nuestro idioma, pues en su Universidad hizo estudios y allí conoció a los poetas Andrés Quintanilla Buey y Araceli Sagüillo, a quienes ha traducido al italiano, además de autores como Jorge Guillén, Lorca, Carlos Aganzo, Alfredo Pérez Alencart, Antonio Colinas, José María Muñoz Quirós y otros, a quienes dio a conocer en la Universidad de Mesina. Es asidua colaboradora en revistas y periódicos y pertenece a grupos literarios españoles e italianos. Su obra poética figura en antologías de su patria y en otras aparecidas en España y en América Latina. Ha sido finalista en varios premios italianos y españoles. También ha traducido al español los poemas de sus compatriotas Beppe Costa y Stefanía Batistella.