De selvas, utopías y espejos
Poemas de Zingonia Zingone
COSTA RICA
1.
en el sur hay una playa
su silueta
es una cola de ballena
el mar se come sus orillas
devora troncos madrugadas
esqueletos de peces
detrás hay una selva
que llaman parque
alberga manigordos
cariblancos perezosos
y las aves que pregonan
lluvias torrenciales
sólo queda una tira de arena candente
una niña desnuda camina
cegada por sus visiones
la funámbula solitaria sabe
el peligro
no mora en los costados
2.
al pie de un Guanacaste
el viento empuja
un árido sueño
la niña mece
sus plumas de lapa
acaricia su piel
tigrillo que trepa las horas
de un mediodía sin fin
en la mano una libreta
cuenta y anota
los desasosiegos
de su porvenir
en la finca el ternero
berrea y su madre
lo ignora
lame el pasto hastiada
sudando
todas las áfricas
designadas por el azar
encorvadas espigas de arroz
se revuelcan
como las olas del Pacífico
giran
al ritmo furioso
de un terco verano
y ahuyentan al blanco ibis
el amor huido
en el cabalgar de un potro
la niña sujeta el lazo
cierra el puño
los ojos
aguarda el concierto de los zanates
otro atardecer
que desbarate el fuego
3.
un coche sube el Cerro
de la Muerte
esquiva los hoyos
las curvas
busca la cima del amanecer
la niebla
se esconde entre las nubes
las nubes rodean
picos y cascadas
es la hora de los traileros
de los gallos los campesinos
y los amantes sin remedio
cuando los helechos
estiran sus dedos
sacudiéndose el rocío
de la penumbra
emerge un caballo
su montura insinúa
que en la cantina un hombre
llora su cabanga
amor con amor se paga
y el guaro colma sus heridas
el sol
sale de la cueva
alumbra
el Cerro Buenavista
ablanda el sabor a muerte
inaugura la mañana
y una punzada de aire espuelea
al onírico viajero
4.
sobre la antigua
Quebrada de los Chanchos
surge una ciudad
donde siempre compro zapatos
ahí llueve a cántaros
y la tierra es fértil
como mujer
como la fruta que venden los indios
a lo largo de la carretera
los hombres son pocos
las remesas abundan
quizá por eso pululan las tiendas
de zapatos extravagantes
quizá por eso las chicas
caminan meneando sus caderas
apretadas en bluyines
atizan el aire
y los toros acorralados
en San Isidro de El General
la lluvia inunda las aceras
despega suelas afloja tacones
ellas
se pintan los labios
evitan los templos
y farfullan una oración
“San Isidro labrador
quita el agua y pon el sol”
(Inédito)
La ruta del engaño
Es incómodo
mirarse en el espejo
hay temporadas
en las que el rostro
migra de su rostro
y escrutarse es
escarbar la tumba
del viejo rostro.
No es por vanidad
que se arroja la piedra
y cae el cristal y se hace poza
de visiones infringidas
ojos calados en las cuencas
de la conciencia
bizcos
por el afanar infecundo
que aleja el rostro de su origen.
El vaho del aliento no salva
se hace gota
cae y corroe
abre grietas entre el pómulo
y la dulzura del semblante
que ya es otro, y cuela
y baja
aplasta
la esperanza de regresar.
Es peligroso
mirarse en el espejo
y dejar que ese rostro
se apodere de tu rostro
que esos labios
sonrían
una risa que no tienes
y los ojos ventana
sobre
otro paisaje.
¿Cómo desenmascarar al gemelo incómodo
desaparecer su ruta de tu topografía?
Desdeñar el espejo
tomar el rostro entre manos
y buscar allí
el reflejo
de una humildad engañada.
La utopía del olvido
Cuando el recuerdo toma
una senda desconocida
y me lleva a tus brazos
sé que es tarde y debo irme
antes que tus labios
cubran mi existencia
aturdan
las sirenas que habitan
los charcos de la noche.
Ayer anduve por tu barrio
recorrí tus bares
tomé tu ron tu whisky
me puse tu sombrero
(para repararme de mí misma
y del crepúsculo matutino).
En la barra había un muchacho
de pelo negro y barba apretada
una bufanda elegante
envolvía
el transitar de sus emociones.
Le toqué la solapa del saco
pero él no me veía.
Grité su nombre
arrojé
mi copa al piso.
Tu sombra en la distancia
se hizo más grande.
Una colonia familiar
invadió la barra
los bares el barrio
ciñó la muchacha
que tomaba para olvidarte
y arrastró el recuerdo
hacia tus brazos
hacia la utopía del olvido.
Zingonia Zingone (1971) Poeta, narradora y traductora italo-costarricense. Licenciada en Economía, vive entre San José y Roma. Ha publicado cuatro poemarios en castellano; dos han sido traducidos y editados en Italia. Equilibrista del olvido / L’equilibrista dell’oblio (Editorial Germinal, 2012; Raffaelli Editore, 2011), ha sido traducido al inglés (Poetrywala, 2011), al kannada (Aharnishi Prakashana, 2012) y al marathi (Poetrywala, 2014). Su último libro Los naufragios del desierto (Vaso Roto Ediciones, 2013) se compone de tres cuentos escritos en versos. Sus poemas aparecen en numerosas antologías y revistas literarias, y han sido traducidos a varios idiomas. Obras traducidas al español: (1) Alarma de Virus (Ediciones Espiral, 2012), del poeta marathi Hemant Divate y (2) La Cruz es un camino (Edizioni della Meridiana, 2013) del italiano Daniele Mencarelli; y al italiano: Utopia del Solitario (Rayuela Edizioni, 2014) del costarricense Osvaldo Sauma. Ha curado la antología poética Non scordarti di amare del turco Ataol Behramoğlu para la editorial italiana Raffaelli Editore, 2014, y del poemario Winds del poeta vietnamita Chi-Trung Nguyen, para Samuele Editore, 2014. Es fundadora de la columna “Il grido e il sussurro” de poesía internacional para la revista digital italiana MINERVA.