Cuatro Voces del Uruguay
Poesía contemporánea
Selección y Notas por Lizette Espinosa
La poesía uruguaya ha encontrado sus mayores exponentes entre sus voces femeninas. Nombres como Juana de Ibarbourou, Marosa Di Giorgio, Cirse Maia, Idea Vilariño, Ida Vitale, Cristina Peri-Rossi, entre otras que lograron cruzar el Río de la Plata y hoy son referentes indelebles de la poesía hispanoamericana, así como un legado fundamental para las nuevas generaciones de escritores.
En octubre del año pasado, a propósito de mi participación en el Encuentro Esteros 2023, que organiza la poeta y gestora cultural Carolina Zamudio, en la ciudad de Montevideo, tuve la oportunidad de conocer personalmene a algunas de las herederas de dicha tradición.
Este encuentro no sólo hizo que me interesara por la obra de cada una de ellas sino a indagar acerca de la poesía actual escrita por mujeres en Uruguay. Por lo tanto, el objetivo de este dosier no es otro que mostrar un avance de esa búsqueda e investigación a través de cuatro registros, cuatro poetas que aceptaron compartir con los lectores de Metaforología una muestra de su hacer poético.
Tatiana Oroño
Nubes velan
las brújulas del cielo
no desnudan
las horas que vendrán: a tientas a deshora
se adivinan
lo que vendrá es
pálpito. Cálculo
que no cierra.
El objeto minúsculo
estrellea
(imprevisto fulgor de señal viva) Diminuto
temblor. Afuera es noche
¿Es señal su destello / alerta, mal augurio, agónico bracear
su parpadeo / espejo
de señales?
El pensamiento indaga
la breve superficie su ojo abrupto
de acero (centella pharos)
que un chispazo
refracta de la luz de la sala:
minoridad de víctimas
evoca aliento fibrilante cuerpo al agua madero zozobrado
Es un pequeño objeto
y el mundo en que rebrilla
en este instante un matadero.
La Media Luna de las Tierras Fértiles
no abre aquí la cesta
de sus panes ni sus brazos de arcilla
tampoco sus pupilas
ni esta letra atestigua
que existiera
una Mesopotamia con los ojos bañados en la prosperidad
del surco la semilla o el barro burilado
En Bagdad Mosul Basora lo que resta
es estupor. Infamia. Restos.
Imago mundi
La medida del tiempo es coordenada
ubicua en su persona
y traicionera. Lo dicho:
si una botella PET
cristalina e higiénica ha de escudarse
en su tereftalato hasta mil años (no más de cuatrocientos el pvc estirable
o retráctil / no más de cien la bolsa de la compra
en degradarse), la permanencia del dogma
pendenciero de aquel manual del miedo que cosechó la muerte
provechosa de cinco millones de mujeres
acusadas de brujas / pareja
con la próspera suerte del
devoto
docto
oficio
de aquellos santos padres que en 1487
el tratado en sus fuentes medievales ungido
bautizaron
Malleus Meleficarum (Martillo de las brujas)
no hay de qué sorprenderse. Es que la vida útil
del fantasma del miedo es perdurable. En tanto
que la carne que sostiene
mi mano los huesos del amante el picoteo del pájaro del hocico hasta el rabo
del perro degradándose
viven
brevemente.
Sobre un campo de miel
las abejas naufragan
sucumben
en racimo. Roto el dique de danzas de zumbidos
desgarrado
el telar de señales del enjambre: el derrame de mieles
Antenas lenguas filiformes alas de nervaduras tiesas
la cabeza boscosa mareada
la lanceta
como semillas secas caen
las breves criaturas
como nubes de ámbar
bajo lluvia
de CO2 lloviznas
de agrotóxicos.
Sobre campos de miel
han rendido sus vuelos sus faenas
caen y son tragadas
las madres del manzano y el cordero
han perdido la ruta del néctar del propóleo del polen
en el campo magnético
de teléfonos móviles
Sobre campos de miel enjambres abejean ensueñan el panal la colmena
comunidad de obra entregan instilada
de azucenas de bosques
y en comunión de muerte a ciegas
caen.
La cetrería rapaz del siglo XXI
con sus hoces las siega
como a un campo de mies.
Tatiana Oroño (San José, 1947). Poeta. Profesora de Literatura (Enseñanza Secundaria; Instituto de Profesores Artigas; ORT). Completó cursos de Maestría en Literatura Latinoamericana (FHCE). Su obra ha sido incluida en el Programa Oficial de Literatura, 1º Bachillerato (2006). Investigadora Asociada a la Academia Nacional de Letras (ANL). Ha publicado trece libros de poesía (Uruguay, Francia, EEUU y Argentina). Publicó ensayos, ejerció crítica de artes visuales y es curadora de arte. Premios Bartolomé Hidalgo (2009) y Juan José Morosoli (2009). Finalista en la terna del Premio Bartolomé Hidalgo (2017). Primer Premio Poesía (Premios Nacionales de Literatura, MEC, 2019). Nominada Convocatoria Amanda (MEC, 2021). Deriva, su último libro, ha sido publicado por Estuario Editora/Casa Editorial Hum (Montevideo, 2022). Traducida al francés, inglés, italiano, portugués.
Silvia Guerra
30
Por ejemplo: el calor. En cualquier parte del día
Incendia la columna, llena de agua pliegues, recovecos
de los que se desconocía su existencia. Sí. Sí.
Aparecen membranas mientras va cantando el día
Y todo lo que está, florece. Olores. De las flores, orín,
olor del corazón bombeando negro apretujado ya falto
en su raíz. Sí, Olor del miedo cuando joven la grupa
por el monte fulgía. Sí. Y más acá paisajes, con aviones,
los ríos dibujándose en el mapa. Todo el ras de la tierra
en polvareda. Más miedo despertado en los incidentes de
la tarde. Ah. La definición se ve impelida el tiempo
pasa sucediéndose en tramos, extremos, la música disuelve
los huesos de los hombros, los pequeños omóplatos. Esa es
la unción de los pezones incipientes un día, raya, la foto
mantiene la espalda en presente infinito frente al agua.
Ahora en la voz, ahora en el cuello que se cede, en el calor.
Traicionero. El cuadro de Brueghel desplegado en las tablas
donde pasa a la vez, todo. Simultáneo. El calor,
los montes de hace un rato desprendiendo olor a matorral,
un poco de sangre en la corteza colándose hacia abajo. No
hay resultados, todo es,
al mismo tiempo.
32
En la otra punta de la línea se balancea la impotencia
Pero en medio está todo. Pugnando por su forma imposible.
Acumulándose en el producimiento interminable. Se huele
se oye el ruido de fondo que acelera su pulso. Emerge
de los sueños mezclada con la niebla en jirones, crujiendo
de asombro en la penumbra. Acunada, y el diálogo
amoroso que descansa en la paz del laurel. Preferís el mes de
tierra removida como marca el recuerdo y esa voz
que se escucha en los andenes de alta velocidad repite
no te creas –no te creas–
no te creas –no te creas. Se sostiene porque la sola vida la sola
manera de estar vivo ha dictado esa cifra. Que gotea en
la especificidad del tramo. Aparece en los ojos la perdición
justo cuando la enfermedad daba la vuelta.
La proyección tira del halo más allá. Que jala. Ya nadie sabrá nada.
Solamente retumba la voz de los andenes al compás del zumbido.
¡Y parece que dice Chajá! ¡Chajá! ¡Chajá!
Mecida en esa balsa que flota hacia el destierro repara en el esforzado escarabajo que tienta la baranda.
El abdomen rayado, la brillante queratina al sol la dejan por un momento cavilando.
Se acercan como son, hermanos vivos en esa extensión lumínica del día, que descubre en alta mar sus redes.
Para asombrarse en varas de narcisos, en hojas asemejando pétalos o estambres dibujados en muros, y borrados por polvo del desierto.
Apenas se modula ese gemido gutural del parto, una mano extendida marca sierpe que escapa en la arena y la arena.
Esas figuras de la modulación.
Seres extraños de la luz y la fronda, voces de la oquedad, comparecencias mínimas en descargas acuáticas.
En el tiempo presente de la luz cenital.
Y hay rangos a medida, recovecos, insistencias que apenas rozan la tangente de la evasión continua.
Sostiene el barandal e invita, porque justo eso, puede.
Unos pocos acordes que desgranan la voz en la terraza del verano.
La necesidad de aquel cascarudito cuando iban en la balsa del destierro.
Acostumbrada al polvo de agua, apenas con un gesto de la mano se saca el pelo que se pega en el rostro.
Cae sin decir nada una sorpresa para caer en el siguiente instante, otra. Y otra.
Y allí se espera a dios entre la sombra de un jarrón y una puerta entreabierta.
Una vez arribada esa certeza todo lo demás columpia en seco.
Sin mar debajo, ya sin humedad disuelta en aire.
Esa noción antigua de espigón de proa en toda reducción, en todo asalto.
Se balancea en el alambre. Da fuerza de repente a ese vaivén.
Los recuerdos le pasan entre los parietales como estampas y a veces como espasmos.
El material acumulado es vasto. Para discernir puede olerse familia cambiando de sitio las
manzanas. Sí. La voz se vuelve coágulo variando la intensidad de su negrura.
Puede medirse el largo desde la diagonal y de ese modo la pesca se hace con mosquito.
Un brillo alienta sobre la tarde en alguna hora en que se aprecia claramente la circunvalación del horizonte.
Mientras espera el pique en esa reverberación, a la altura de los ojos algo sobra.
Algo que no puede aprenderse, sobra.
Silvia Guerra (Maldonado, 1961). Sus últimos libros de poesía son Un mar en madrugada (Antología, Hilos editora, Buenos Aires 2017), Todo comienzo, lugar (Silvia Guerra, José Kozer, Editorial Casa vacía, Richmond, Virginia, 2016), Pulso (Amargod ediciones, Madrid, 2011), Estampas de un tapiz, (Plaquette, Pen Press, New York, 2006), Nada de nadie (Editorial tsé tsé, Buenos Aires, 2001), La sombra de la azucena (Editorial Cantus Firmus, New York, 2000). También publicó Fuera del relato. Una biografía aproximada de Lautréamont (Ed. Bassarai, España, 2007) e Historias de un pueblo que dejó de serlo (H editores Montevideo, 2014) tres pequeños relatos para chicos a partir de hechos históricos de Maldonado. Co editó con Mariela Dreyfus Juan Parra del Riego, Poesía completa (editorial Sibila, España, 2013). Seleccionó y prologó El río y otros poemas de Amanda Berenguer para la colección de Clásicos Uruguayos, 2011. Compiló y editó la edición crítica de la obra reunida de Nancy Bacelo El velo magistral que esconde todo, Fundación Nancy Bacelo, 2011. Es coautora de los libros de correspondencias (con Verónica Zondek): El ojo atravesado I. Correspondencia entre Gabriela Mistral y escritores uruguayos y El ojo atravesado II. Gabriela Mistral entre los uruguayos (Lom ediciones, Santiago de Chile 2005). También, junto a Verónica D’Auria, es coautora de un libro de reportajes: Conversaciones Oblicuas / Diálogos entre la cultura y el poder (Caracol al galope) Montevideo, 2001. En 2013 y 2015 produjo el Ciclo de poesía “La punta de la lengua” en calidad de investigadora asociada a la Academia Nacional de Letras, en la sede de la Academia, casa de Julio Herrera y Reissig. En 2012 le otorgaron el Premio Morosoli en Poesía a su trayectoria. Y por su libro Replicantes Astrales obtuvo el Premio Municipal de Poesía en 1992.
Teresa Korondi
V
Te vi pasar
Éramos al presente
paso veloz
Se rompen
las corolas de la luz
rumbo a la torre
Nos conocemos
como quien cala
al destino
al dejar su rastro
No es preciso hablar
sonreír
ni tanto ver
La estirpe se inscribe
en el velo al pasar
Leemos
con la luz
que hacemos
de mirar
VII
Tras el volado
se enreda el amor blanco
Mis pies se elevan
Quiero decir
de la soledad en el salón de baile
Los pasos en círculo
a veces
reinan la escena del derrotero
La energía rae
el volumen del sonido
ante el vicio de una mano entera
que busca rozar
mis caderas abiertas
Todo esto
para estar tan solos
a ruegos de momento
en que somos
un simple gerundio
XXII
Estar y ser
una cueva cerrada
para volarnos
Mi cuerpo ya no sale de la vigilia de tus ojos
Vaciló cuando el peligro
ignorante del coloso
se lanzó a penetrar en la memoria
y vio el futuro
que descosía sacos de lana
pelo por pelo
Entonces este miedo
arropado en mi paladar
como un gato en la rama fina de la altura
se detuvo por instinto
y un talismán resplandeció en el bozal de mis piernas
Abrió el sendero de las bodas de hueso
hasta la última ceniza
XXV
Corre la voz
En las puertas del cielo
arden los cirios
No es un día más
siempre es uno menos
Regreso del futuro
mientras me raya un cuaderno de pésame
Vuelvo al manuscrito
para que mi letra guarde la voz alta
Lo que veo es poema
sin refugio de glosa
Por eso estoy llorando
de asombro inalterable
con mis ciempiés de ojos
desde acá a lo remoto:
nada es tan lejos ni tan hogaño
No hay distancia
cuando es destiempo
Teresa Korondi (Montevideo, 1966) Poeta, narradora, performer y comunicadora, que ha incursionado en sus primeras traducciones de poesía. Obtuvo la certificación del Seminario de Postgrado “Perspectiva Jurídica de los Medios de Comunicación” de la Universidad Católica del Uruguay / Facultad de Ciencias Sociales y Comunicación (1995). Es Diplomada en “Apreciación y Estudios Poéticos” por Fundación La Poeteca, Caracas (2022). Ha impartido talleres, charlas y lecturas en festivales e instituciones educativas de diversos países, entre las que figuran la Universidad Federal de Pelotas (Brasil) y la Universidad de Palermo (Argentina), siendo publicada en el libro Reflexión Académica en Diseño y Comunicación Nº XLIV (2020). Obtuvo el Fondo Nacional de Música en 2014 para la producción de Bo, disco de poesía-canción. Su poema audiovisual Kokoro fue seleccionado en la III Edición de Slideluck Montevideo, que se exhibió en 2018 en el Espacio de Arte Contemporáneo. En 2019 fue antóloga del libro Del Salvo al Barolo – un rioplatario poético, editado por TextosIntrusos en Argentina. Integra la 3era Muestra del Poema Ilustrado Nancy Bacelo Edición 2022, del Programa para el Fortalecimiento de las Artes (Intendencia Municipal de Montevideo). Algunas publicaciones: La enunciación (Yaugurú 2016), Impropios (TextosIntrusos Argentina, 2018), Escandinavia (Del Azahar 2018), Par (Yaugurú 2021), Corre, corre (Colección IberLetras – Argentina/España, 2021), Rodó porque rodaba, Premio Nacional de Poesía Inédita 2021 del Ministerio de Educación y Cultura (Solazul Ediciones 2023) y Otaku (TextosIntrusos Argentina 2023).
Regina Ramos
HAMBRE
(La) Pizarnik es una pajarraca de plumas azules
Y pico de tinta.
Raíz zaguera
pueblerina
en Times New Roman 12
que puso sobre la mesa la receta
llamándola escorial:
…hubiera querido ser Rimbaud o
Baudelaire pero sin sus sufrimientos, qué vivo.
– ¿Puedo escribir del hambre?
-No.
Entonces escribo:
antojo de olvido.
MIGAS
Tomar recuerdos.
En la certeza se concentra un sabor
no la apetencia.
Todo desecho es intento
galaxia o añicos.
Limpiamos para volver a ser
y así lo único constante
es el hambre.
DISPLACER
Se pierden las formas
con un sobresalto de nitidez.
El cuerpo es el que habla todo el tiempo
un cuerpo es una biblioteca
incendiándose.
Luego de haber arañado el sentido
queda la presa del cansancio,
presa entregada
al llanto rabioso
por haberlo todo.
Presa de amor.
Esclava del paraíso.
TELARAÑA
Escribir porque no alcanza rezar.
Tejer el pentagrama sedoso por los huecos
que están entre los dos secretos.
Ciega en un ángulo blanco la estrategia
porque la sabiduría llega cuando no sirve para nada.
En el vidrio espejado de la copa que soporta
la pirueta se proyecta
la de los dedos ansiosos por sentir.
Escribe porque no le alcanza con rezar.
En el tejido inútil
atrapa los juguetes con los que aprenderá a morir.
NOTA DE TÓPICOS
Me escribieron en la mano lo que necesitaba.
Tres líneas de un triángulo abierto.
Abiertas las caderas pronunciando el gusto de otro.
Tenemos al otro rígido en un nombre
que aprendimos a llevarlo a la boca
o evoca esa noche
con el nombre impronunciable
o cuando se juega al serio con un vaso huellado.
Me escribí en la mano la receta o lo necesario
de esa noche como de casi todas las noches
en que quedo sola con mi nombre
y no prendí la luz.
Cociné con lo que tuve
a mano
algo para consolarme.
Regina Ramos (San José de Mayo, 1992). Es profesora de la especialidad Literatura egresada del Instituto de Profesores Artigas. Integra el grupo de investigación (G.I.L.F.U.) sobre el cuento fantástico uruguayo a inicios del siglo XX, dirigido por Claudio Paolini. Obtiene mención honorífica en 2015 con el poemario La penumbra en el espejo, en el concurso de poesía joven organizado por Casa de los Escritores del Uruguay. En 2016 obtiene mención honorífica en el concurso de poesía joven organizado por el Gobierno Departamental de San José (Uruguay) y la fundación Pablo Neruda (Chile) por algunos poemas de su poemario 23 veces OUT. En 2016 se incorpora como colaboradora en el proyecto Orientación Poesía y en la antología En el camino de los perros, proyecto que busca difundir a poetas ultra jóvenes uruguayos de entre 15 y 20 años. Este proyecto consta de una antología virtual y en soporte papel, esta última editada por Estuario Editora y titulada: En el camino de los perros, antología crítica de poesía uruguaya ultrajoven. En dicha antología participa como ensayista. En 2017 edita su segundo poemario, 23 veces OUT, por la editorial Yaugurú. Integra diferentes antologías de poesía como Slam FM (Estuario), Liberoamericanas, 80 poetas contemporáneas (Liberoamérica), y Uruguachas, poesía uruguaya contemporánea (La Coqueta). Coordinó el taller de escritura creativa “Pulso” en articulación con centros MEC San José. Realiza el taller de Escritura Creativa Orientada (ECO) en el centro cultural “Casa Dominga” en la ciudad de San José de Mayo. Es curadora del Mundial poético Maragato (que se desarrolla en la ciudad de San José de Mayo) como extensión del Mundial Poético Montevideo, Proyecto iniciado por el poeta Martín Barea Mattos. Participó de la Feria Internacional de la Promoción del Libro y la Lectura de San José en sus ediciones: 2016, 2017 y 2018. También de la Feria Del Libro de Montevideo en sus ediciones 40 y 41. En el transcurso de 2019 junto a tres artistas de diferentes disciplinas (fotografía, música experimental y performance) lleva a cabo un proyecto de poesía performática: “She Wolf”.
Lizette Espinosa (La Habana, 1969) Ha publicado los volúmenes de poesía Donde se quiebra la luz (2015), Por la ruta del agua (2017), Humo (2019), medalla de plata en el 2019 Florida Book Awards, Spanish language category, y Como quien nada teme (2023); y en coautoría, Pas de Deux (2012) y Rituales (2016). Poemas suyos aparecen incluidos en diferentes antologías de Estados Unidos, América Latina y España. Colabora como editora en blogs y revistas literarias. Desde el año 2003 reside en Miami donde se dedica profesionalmente al diseño de Ingeniería y Agrimensura.