Tiempo de Sol
PRÓLOGO DE TIEMPO DE SOL
-EL MÁS RECIENTE POEMARIO DE SYLVIA MIRANDA-
POR CARMEN OLLÉ
Solo en la poesía se puede ser hiperbólico, contradictorio, incurrir en opuestos y todo para llegar a la esencia de lo que es difícil nombrar desde el sentido común, desde el lenguaje vulgar. Para conseguirlo, Sylvia Miranda recurre a figuras literarias muy sugestivas como el oxímoron, la contradicción latente, para alcanzar el objetivo, decir lo indecible. Esta meta la diferencia de las viejas intenciones, cuando la poesía se escribía sobre la base de sentimientos e ideas; aunque ideas y sentimientos también hay en Tiempo de sol que recoge seis años de la producción de la autora. Sobre todo encontramos en él un trabajo apasionado con el lenguaje que cobija el enigma. La verdadera razón de hacer poesía estriba en descifrar el misterio de las cosas, de la pasión de vivir, y para ello –valga la paradoja– instalamos otro, el enigma, el cual permite que el poema pueda ser leído diez, cien veces sin agotar su significado.
Tiempo de sol reúne poemas en verso y en prosa, algunos han sido escritos en francés y traducidos al español. Está tramado como un contrapunto, buscando el equilibrio a través de varias discordancias. Las más relevantes en los poemas en prosa precisamente son aquellas en las que a la afirmación sucede una negación:
a la izquierda del hombre y del cielo
sin hombre y sin cielo
——–
Ventana
no es una ventana
es un pájaro
——–
esa sola boca
que pareciera abandonada
sin embargo
llena – poblada
minuciosamente tejida
engarzada de tiempo – sin tiempo
de brisa.
A ello se añade el uso del oxímoron, la antinomia de los místicos (dos conceptos opuestos se unen para iluminar al lector). Sylvia Miranda escribe: “desventura de la felicidad”, “deseado veneno”, “calma angustiosa”, “dulce huida”. La autora emplea asimismo la hipérbole para fijar emociones, como cuando menciona “fogoso mar de fuego”.
En el poema “Ángel de madrugada en Salamanca” se concentra la potencia de esta parte del libro, Contigüidad de los ángeles, aún más enigmática, pero grácil, con la figura del ángel que ama torpemente y cae. El ritmo peculiar de pronto sube, se encima, y luego baja a una tonalidad más grave. Estos cambios se perciben especialmente en “Cala”, el poema rinde tributo al surrealismo, ya que Miranda es una ferviente estudiosa del poeta peruano surrealista Emilio Adolfo Westphalen.
En “Territorios”, breves poemas en prosa en español y en francés, se mezclan las lenguas, como el mar en la ciudad: La ciudad desaparece en el mar, vuelve a sus orígenes y solo queda una torre. Una mujer rubia en California o la muerta que sale por la ventana son los finales de los poemas en prosa “Pisco” y “Marrakech”, respectivamente. Estos remates ocultos nos trasladan a otro universo, nos llevan por distintos caminos para disfrutar lo arcano de la poética de Miranda. Y la poeta viajera recala en Pisco, un puerto casi olvidado de la costa de Perú. Sylvia Miranda lo consagra -Blanca Varela (Lima 1926-2009) lo hizo con puerto Supe- luego de pasar revista a Marrakech y otros destinos, con una prosa delicada, sutil, donde el desierto es visto como una mujer cansada.
Ángeles, viajeras impenitentes, ojos de espejo, mar de oro, los símbolos personales crean destellos. El libro es un canto al amor que huye, a la pasión que se esfuma y renace; Miranda encuentra en la luz la oscuridad, y nuevamente un “mar de fuego y de oro” nos abrasa. El contrapunto le da fuerza a este libro, nos pierde y nos libera felizmente. ~ Carmen Ollé.
POEMAS DE SYLVIA MIRANDA
Sonido
da tu flor
rompe la bruma
el vacío de los ojos
la amargura – la tempestad – ayer
Sonido
da tu aroma
inunda la nueva habitación
pon el sol
el sol en el centro del alba
yo quiero mecerme
otra vez
a través
cerrar los ojos
decir
guitarra
arpa
Habana
la a después de la a
y a hasta el fin
hasta encontrar
no hay palabra que valga
amasemos juntos esta pequeña palabra
frágil
divina
olvidada
vivida
lleva tu vida de a pie
tus sueños de amares
sí
tus sueños
único vacío
único beso
canción.
Una rosa puede matarlo todo
instaurar la música
la mañana
devolver la lágrima a su bolsillo
el pez a la gruta
el vampiro a la pecera
tus ojos a mis ojos
– Sol del corazón.
Ángel de invierno
Aquí,
en el décimo primer piso de una torre del mundo,
un ángel
como tantos que caminaron por el tiempo,
un simple ángel – tú –,
hace su vida cotidiana,
toma café y mira hondamente al vacío.
Se calienta las manos con su cigarrillo,
piensa en todo,
tirita.
Al descuido, coge su cartera,
asoma la nariz por la ventana,
despliega las alas,
parte.
Sólo un ángel puede entrar así al mercado de las bestias.
Del manatí y la culebra
De vuelta a la estación primera
al lugar y al invierno
como un fantasma sobre las frescas cenizas
apartado de los irrisorios helechos
volcado a las viejas estafetas.
El mensaje vuelve a ser enviado
desde la pequeña constelación de icnitas
la luz vuelve a ser la de una página votiva
la indignidad de este peregrinaje se acentúa con los años
la carne enmohece y recuerda ferozmente el apetito
todo verdor se repite
se es joven una vez y a cada instante
llenamos las noches y las madrugadas con esta certeza
burlados los relojes se está en el sueño
marcando la hora del acontecimiento
a la diagonal del manatí y la culebra
al minuto del agua tibia y la mariposa única.
Duermo exactamente
como la primera vez y como mañana.
¿Para qué hemos dado tantas vueltas?
Cierro los ojos y deshago la historia.
Todos los poemas de Tiempo de sol, Madrid, Hueso de jibia, octubre 2014.
SYLVIA MIRANDA (Lima, 1966). Es doctora en Filología por la Universidad Complutense de Madrid y reside en España desde 1991. Su primer poemario Como todos anduve en el invierno (Lluvia Editores, Lima, 1990), se publicó con prólogo de su maestro, el poeta Wáshington Delgado. También en poesía, ha publicado Zita y otros poemas (Catriel, Madrid, 2001); Poema del tigre y el mar (Centro de Arte Moderno, Madrid, 2004. Con un grabado de Sylvain Mâlet) y La foudre demain (La Rochelle, Les Arêtes Editions, 2013. Con pinturas de Sylvie Lobato). Poemas suyos están recogidos en antologías de poesía peruana e iberoamericana. Su tesis y otros libros de ensayo y crítica literaria testimonian sus investigaciones sobre la ciudad de Lima y la poesía de vanguardia peruana.
Ha recibido el “Premio Tomás Luis de Victoria” (Salamanca, 1994), por su poemario Zita y el “Premio Novela Corta del Banco Central de Reserva del Perú” (Lima, 1996), por Memorias de Manú (BCRP. Lima, 1997).