Ninguna respuesta sobre mi alma
POEMAS Y PROSAS POÉTICAS
DE MARCOS RIVADENEIRA SILVA
Cuando narré naturaleza
Cuando narré naturaleza, mariposas con sus ojos absortos y ciegos, pájaras que llevan gusanos en sus picos, esos atrevidos pichones que se avientan al vacío sin más aliento que el medio día…; no trataba vuelos de pájaros, ni de hojas que se devuelven en un vaivén sostenidas por el viento; no, estaba hablando del alma.
Cuando hablé de los barcos y las tormentas debajo de océanos de inquietudes y náufragos de desamor… No estaba hablando de olvido, de malquerencia…; no curaba el dolor que produce la lejanía, de frustraciones, de deseos afectados. Hablaba, está claro, del alma.
Canté examinando la entraña, navegué por hojas de hierba, recorrí historias contadas por otros y nunca encontré más que relaciones lejanas a las mismas flores, campos, de la humedad; mariposas, aves; vuelos, barcos, tormentas y naufragios.
De La brazada final, 2014
Los días de la aldaba
1
Junto a su sexo me entregó la mitad de la tierra cuando deshace su mortaja la neblina. La tierra sale a flote con sus luces escondidas en la hojarasca, la que recibe el rocío mientras los cuerpos descansan.
Junto a su sexo me regaló la mitad del aire con su presentimiento de zozobra, el aire que acongoja las flores en portales o ventanas. El que trasnocha con árboles y sacude la oscuridad con impaciencia.
La tierra misma se estremeció con sus caderas en esa época. Y tembló así telúrica en marzo de 1987. Algunas casas cayeron y las iglesias del centro histórico dejaron ver sus interiores virginales.
Yo surgí de mujer como confesión de pecado, igual afloraron los vestigios arqueológicos así desprendidos de toda vestimenta. Una veta en la superficie terrestre fui. Yo que surgí del modo como nacen las canciones, aun espero el significado de la mancha de tinta en los papeles.
Con su sexo propagó en mí un bagaje de ensueños, de promesas que se deja en el tintero con el tiempo en contra, afirmaciones instintivas y pensamientos ocultos. Detrás de la puerta, una tarde, llegaron las mentiras con todo su bagaje, no timbraron, no pidieron permiso, no anticiparon, simplemente se instalaron en mitad de la cama.
Llegó el día en que tuvo que partir. Y aún tenía su sexo fortuito en mi olfato y aún tenía las manos llenas con sus gemidos, me dejó atado a una silla de mentiras y sin catálogo de supervivencia.
Junto a su sexo aprendí la vida que apura, la del organillero con malabares de mono capuchino. La del hierro que forja espadas para la guerra. La del campesino que cuida ovejas negras bajo la luna. La del eco que se atora en los barrancos. La del monte que bebe las verdades bajo sus pies, todos los días sin feriados.
Junto a su sexo aprendí a descoserme de mi cuerpo, a ser un ente metafísico en soledad, a mirar desde los balcones la monotonía y llegué a ser el capitán de los mensajeros con medalla de papel aluminio.
Desde su sexo encendí las heridas, cautericé con hierro fundido los sumideros de despojos. Y su mirada se abrió como capitán en avanzada, fundadora en indias, descubridora del agua torrente en ríos escondidos. Con su cabello coreaba canciones de sonajeros. Y con su sexo se fundaron los poblados, se concibieron herederos y establecieron casas grandes, caballerizas y pocilgas.
De Los días de la Aldaba, La Habana, 2015
(Primera parte de tres)
Como un cuenco vacío se rompió mi alma…
Cayó desde lo alto en un golpe seco. Pedazos grandes y migajas formaron esparcidas un círculo. Solo pocas, minúsculas piezas huyeron desesperadas a ocultarse entre las esquinas de otros muebles y resquicios.
Cayó en un descuido y quebró la explicación. En la huida lleva las preguntas en el bolso como a cualquier funeral.
Ninguna respuesta sobre mi alma. Ninguna alegoría forjada, ni un disgusto siquiera.
De La brazada final, 2014
No se olviden de los geranios
Tengo una santa a la que abrazo
cada sábado de gloria con las alas de los vientos grises
La santa no es una mártir, no es una tormenta de arena
es un refugio blanco como blanco es el fondo del féretro
blanco mullido de tafetán de novia
féretro es la casa donde me amparo del aullido de las ballenas en celo
féretro es la cama de dos plazas con sirenas aladas de mis cuentos
donde muero cada día
donde despierto
Tengo una santa a la que abrazo
cada sábado de gloria con las alas grises
las alas son extensiones del sistema nervioso que brotan en mi alma
robadas a los caídos
arcángeles o cupidos muertos
Tengo muchos secretos de gente corriente
grabado en borrador de tiza
Algunos guardados en papel cuadriculado
Las historias ocultas en el invernadero de la abuela
o los apuros forzados detrás de la puerta
He vivido con este cuerpo relatando historias
para sorprenderme con el sonido de la voz.
No me gusta mi voz
es un sonido burdo
me hubiera gustado ser más sutil
no sé… femenino
Mi voz es una jauría de lobos al acecho
mi voz es una mezcla de medicamentos
que asoman la mirada por un agujero
es una muestra de aciertos
de gemidos y ladridos rudos
Mi voz tiene máscara de carnaval veneciano
cartón pintado adornado con plumas
ocultando siempre algún misterio
De vez en cuando tengo necesidades
me asocio con prostitutas
o voy a algún bar a leer poesía
a veces tengo necesidades que no tienen que ver con las compañías
he sabido jugarme en las mesas verdes
perdiendo siempre la dignidad
Yo seguiré siendo el mismo
Sí no me encuentro (saben ustedes) estaré
recostado en algún refugio blanco de nubes migratorias
donde se dibujen canciones níveas
y se escuchen verdades murmuradas entre truenos
de madrugada
Por los senderos temprano rodarán
todas las malas ideas que nunca se concretaron
los proyectos labrados con las manos
donde pusimos todo el ser (no solo el alma)
y que nunca conseguimos ni una palabra de ánimo
solo caricias de Consuelo
Quiero seguir arando la tierra de los niños
donde vuelvan a sus andamios para ver crecer
tréboles y colmenas de miel y arrullos con besos
descubriendo sobre la hierba
los nidos abandonados
los pichones con remedos de plumas
que se avientan agitando las dudas
antes que me vaya
No se olviden de los geranios
-no se olviden de los geranios-
De Los días de la Aldaba, La Habana 2015
La liebre
He recordado en un mínimo segundo
que la liebre saltó para atravesar el riachuelo
en el aire suspendida flotaban sus desconsuelos
en el aire suspendida se desprendía del temor
de verse atrapada en alguna jaula de tierra
en algún tejido de redes cazadoras
En algún instante eterno
clavada en mi pupila
su imagen ágil, voladora, se mantuvo
con el alfiler del que hurga las gotas esparcidas
por el desaliento.
De La brazada final, 2014
¿dónde se guarda el amor
sino en corazones ajenos?
y vamos repartiéndonos entre los otros
para encontrarnos con que somos
lo que hemos hecho
de los otros.
así seremos.
subimos río arriba buscando el origen
sendero de agua con ripio de vegetación profusa, azul de tanto verde,
después el silencio.
De Hermano sol, hermana muerte, 2014
Marcos Rivadeneira Silva nació en Quito (Ecuador). Estudió Restauración y Museología en la Universidad Tecnológica Equinoccial de Quito. Se especializó en Conservación de documentos y obras de arte sobre papel. Estudió en Italia, Chile, Brasil, España y Japón. A los 49 años publicó su primer poemario, Hermano sol hermana muerte (2012) en el que relata la pérdida de un amigo muerto prematuramente. Es reconocido en el Salón de Nacional de Poesía Juegos Florales de la Casa de la Cultura del Ecuador con mención de honor, en el mismo año. En 2014, gana el PREMIO NACIONAL DE POESÍA organizado por Paralelo Cero, con el libro La brazada final. En 2015, fue escogido por la Colección Sur de La Habana para publicar el libro Los días de la aldaba, publicado con el auspicio del Festival Internacional de Poesía de la Habana y el Movimiento mundial de Poesía. Sus poemas han sido tomados en cuenta en antologías nacionales, y ha representado al Ecuador en varios Festivales Internacionales de Poesía.
Sobre la obra de Marcos Rivadeneira Silva
– «Los Días de la Aldaba. La puerta cerrada y la llave rota, supuestamente dentro del llavín, nos impiden salir a enfrentarnos con la vida, que es el fragor cotidiano, permite sentarnos en la butaca preferida, donde el sol se proyecta sobre el hombro izquierdo. Su lectura es como mirar un cuadro abstracto, provoca sensaciones, recuerdos difusos, percepciones particulares para cada lector. Las palabras como pájaros escapados de su jaula de papel, parten hacia la nada, hacia lo ignoto y, aunque uno insiste en atraparlos y hacerlos suyo, se alejan y se acercan con sus cantos sonoros y sus silencios al batir de las alas.» ~ Emilio Comas, La Habana, 15 de enero de 2015.
– «…En el mudo de este pueblo por Dios olvidado, de cuartos condenados por una terrible aldaba, en este mundo, todo está permitido, menos los besos, porque los besos están hechos para quien ama, para quien ansía morir en el éxtasis. Pero aquí reinan los días de la aldaba. Aquí, los besos están prohibidos. Pero así como en la sexta sinfonía de Beethoven, sobre los iluminados campos de trigo y amapolas, de pronto se escuchan los truenos que anuncian la tormenta, también en la poesía de Marcos Rivadeneira Silva, aparece cierto viento de calma, de esperanza:
“Me urge tu cabello
Sobre el rostro húmedo indiferente
Cabello de viento que galopa en el sentido de los pájaros”.
“Tormenta
Mañana habrá tormenta
Toma mi mano”».
~ Ivan Oñate en la presentación del libro Los días de la Aldaba de Marcos Rivadeneira Silva, Quito, 2015.