POEMAS DE JORGE DÁVILA VÁZQUEZ (ESCRITOR ECUATORIANO) DESDE SU LIBRO PERSONAL E INTRANSFERIBLE

 

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DEL POEMA Y SU FUEGO

 

ESCRIBO para ti, para ellos, para todos…

y escribo

para mí mismo,

antes de que me asalten las sombras

del olvido.

Escribo con mi sangre y mis pestañas,

con el dolor, con los sueños

que se hicieron

más sueño

y con las pesadillas

que se volvieron grito;

pero también escribo

con el amor que une nuestras vidas,

multiplicándolas,

con la alegría compartida año tras año,

día tras día,

talvez hora tras hora,

y con las penas que se hicieron lágrimas

y con las lágrimas que imprimieron

ecos en las rocas del corazón,

en su paisaje,

y que un día logramos mirarlas

a lo lejos.

como se mira al sol inalcanzable,

como se mira el vuelo

del insecto,

sentirlas tan distantes,

como se escucha la canción

que eleva la voz enamorada

en la callada sombra,

inmortalmente.

 

Escribo para ti, para ellos, para todos…

Para quien quiera leer estas palabras

surgidas desde el fondo de la tierra,

nacidas de la carne y el espíritu,

como todo lo que hace que seamos

seres humanos, en medio de ese caos

que viene con nosotros desde siempre

y en medio del que vamos, alumbrados,

por la antorcha perpetua del poema.

 

Escribo para ti, para ellos, para todos

los que quieran poner el corazón

como pantalla, a que persista

el fuego de lo escrito, y no se apague

jamás su débil llama.

Sí, escribo para que en mí,

en nosotros,

en los nuestros,

nunca se extinga la llama del poema.

 

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DEL ARTE

 

ESCRIBO desde el arte y sus milagros,

muchos de ellos surgidos de la noche,

la más oscura, la más desesperada.

Escribo desde la luz del arte

que ilumina la pasión por lo bello

de quienes fueron heridos por el rayo,

y reciben cual viático en su muerte,

el consuelo de la palabra pura,

el hermoso remanso de la imagen,

la dulce calma de la canción amada.

 

Escribo desde el arte y desde el alma,

para ti que en las sombras te debates,

en esa lucha eterna y sin medida,

entre el anhelo y la obra de tus manos,

entre lo que quisieras que alumbrase

el mundo,

la cara oscura del dolor humano,

los seres en su niebla sin medida,

y que en tu angustia solo te parece

ensombrece aún más la vida.

 

Escribo desde el arte y desde el alma,

con una fe profunda, inconmovible

en el poder del hombre frente al mundo,

que transforma este caos doloroso,

aunque no sea más que por momentos

en un prodigio efímero y volátil,

que sin embargo es parte de lo eterno.

 

DEL DOLOR

 

ESCRIBO desde el dolor ajeno que carcome

los cuerpos y las almas.

No escribo desde mi propio dolor,

mis pesadillas, las oscuras visiones de la noche.

Llevo las cicatrices y el recuerdo,

pero son nada frente a esas llagas

que todo lo laceran.

Para ellos, los insomnes y los atormentados,

los que esperan ya sin esperanza,

los solitarios que ansían una mano

que ha de estrechar la suya en el momento

del estertor supremo;

para ellos escribo estas palabras

que algo llevan de mi alma y que quisieran

ser la voz de consuelo en esa noche

implacable que cubre su agonía.

 

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DEL SILENCIO

 

ESCRIBO desde la no-palabra y su callada

angustia que se agita sin sonido.

Escribo desde el ansia impotente

de querer decir algo y no poderlo.

Escribo y trato de atrapar vocablos,

que huyen como pájaros cautivos.

¿No vendrás hasta mí, palabra hermana?

¿No vendrás a quedarte en este canto

que entono en el secreto de mi espíritu?

 

DESPEDIDA

 

Lo que debí escribir,

escrito está,

porque para el poeta

su escritura

es deber.

Lo que pude escribir,

escrito está,

porque para el poeta

su único poder

es la palabra.

Lo que quise escribir,

escrito está,

porque para el poeta

el deseo de escritura

es su deber ser,

su voluntad y su existencia.

 

¿Volveré a intentar un viaje

por la estrella de mi canto,

por las praderas del sueño,

por la suave caricia de lo amado?

¡Quién lo sabe!

Parafraseando a Borges

diría que quizás esta mano

que escribió el poema

era apenas la sierva, el instrumento

de la Mano de Aquel que quiso usar

de mis palabras,

y ese verbo que me dio

la sombra,

me ha dado por igual

la luz del día,

enhebrada en mis versos,

con el ritmo

infundido en mi palabra

por el Dueño

de la música eterna de los astros,

que es quien logró infundir

su melodía en estas líneas

escritas para ti, lector benigno.

 

 

personal-e-intransferible-portadaJorge Dávila -gran escritor ecuatoriano- en su libro Personal e intransferible nos ofrenda su poética: porque hace lo que hace, porque dice lo que dice. Las razones de su oficio desde la soledad, desde el silencio, desde la memoria.

“Escribo antes de que me asalten las sombras del olvido”, canta y este canto que estremece es su noble ocupación de vida, mediante la cual ha de perpetuarse el genio, la sustancia, el intelecto, la historia de su paso.

“Escribo desde el arte y desde el alma” confiesa la voz para adentrarse en el color, la imagen y el latido de aquellos que como él trajinan, trajinaron el laberinto claro-oscuro de la invención, de la palabra y de la forma que engrandece, que rompe, que calcina.

“Escribo desde el dolor ajeno que carcome” porque el tormento del otro es su tormento y en la urgencia de contar el pesar del mundo hay cierto consuelo, la prueba de un deber cumplido, la certeza de ejercer su derecho al grito y la denuncia.

“Escribo y trato de atrapar vocablos, / que huyen como pájaros cautivos”, ¡ah! la persecución insaciable, el anhelo de ese verso que crece alas propias y escapa, salta de la pupila y el poeta  lo busca como buscar el aire del cual no puede privarse.

¡Qué hermosa esta poética de Jorge Dávila!, donde nos confiesa de alma entera sus motivos, y aunque son intransferibles han sido transferidos íntegramente, intachablemente.  ~ Ana Cecilia Blum

 

JORGE DÁVILA VÁZQUEZ