Escrito a Fuego
Sobre el Gruñido de Enrique Solinas
Por Ana Cecilia Blum
“Escribo una carta que dirijo hacia mí” canta el poeta; y esa carta se convierte en el Gruñido que todos escuchamos, un sonido que persigue, alcanza y permanece. Así, “una y otra vez, recita su voz”, la abre, la despliega, la ofrenda; y esta voz es “como una melodía confesional”, su vestigio.
Enrique Solinas nos entrega en su quehacer un testimonio de vida, entre versos sedosos y punzantes, lumínicos y umbríos. Su poesía se nos presenta en “un altar de visiones”, y en la contemplación de lo humano nos envuelve en “hilos de sombra”, hasta convencernos de “hacer cada día un naufragio para vivir”.
Un Escriba se declara la voz, un escriba que “quiere decir la verdad y el amor pero no sabe”; aunque sí sabe, aunque sí puede, aunque sí logra dar fe de todo lo que adentro acontece; testamentos existenciales que se quedan impregnados entre las sienes del que los lee.
Un Cuerpo Místico se confiesa la voz, cuyo oficio es “noche tras noche, noche tras noche: lanzar palabras contra el silencio, hacer una fisura, hacer un río que se parta en dos”; y este convertir al silencio en un algo roto resulta el artificio preciso para que las palabras entren cortando, hasta clavarse fijamente “en el fondo de los días”, en ese zócalo sensible del oyente.
Un Escrito a Fuego es este libro “con la sombra de un hilo que se incendia”. Un Retrato de Enrique es este libro, donde el poeta confiesa: “digo, sentado en mi cuerpo de escritor, mientras me miro en el espejo”; y qué bien lo ha dicho, qué bien ha dicho la noche, y el tiempo, y el dolor, y el silencio, y el hombre ante la vida. Ha dicho todo lo humano que en versos puede decirse y lo ha hecho prolijamente, íntimamente, intensamente; logrando con ello “cortar su corazón” y el nuestro.
(El Gruñido y otros poemas es la Antología Poética de Enrique Solinas que recoge 15 años de poesía; publicada en la Colección Iluminaciones de Ediciones Ruinas Circulares en Argentina).
POEMAS de Enrique Solinas
(de El Gruñido, 1997)
II
Esto tengo y esto soy,
digo
y es un intento del decir,
y me asomo por la ventana de este lugar
que sirve para curar la Historia.
Aspiro la brisa que entra cada mañana
y escribo una carta que dirijo hacia mí.
El aire se confunde
con el aroma de la gasa,
empapada anestesia.
Hay
una enfermera
y un simulacro de Doctor.
Charlan.
Cerca de un pino.
Y lejos estoy, a la espera de mi correspondencia cotidiana para pasar la tarde, como un intento de matar el reloj, como quien juega a la rayuela con los ojos en blanco.
Y lejos estoy,
demasiado lejos.
Desde la ventana del hospital el jardín es más que saludable aunque supongo una peste que acecha en las raíces de las plantas.
Cuando llegue mi turno le mostraré la carta el Doctor
y él tratará de curar mis frases,
las internará y les dará pastillas para aumentar el dolor,
para que lo Uno
sea siempre
lo Diverso.
Y todos los días de mi vida iré al hospital.
Y todas las noches de mi vida.
(de El Gruñido, 1997)
V
Recita su voz, recita su voz:
una letanía como un relámpago que nadie puede acariciar,
cuando la tarde cae,
cuando el día se eleva,
como un barrilete invulnerable
capaz de atravesar cualquier incendio.
Dice con voz de padre
–dice la voz–,
dice con voz de viento:
“Diga treinta y tres
y le prometo que después el mundo
será de cualquier forma.
Le sonreirán las aves.
Las bestias
Se arrodillarán ante su miedo.
Diga treinta y tres,
diga treinta y tres.
Y le prometo un mundo a su medida.”
Recita su voz, recita su voz. Una y otra vez,
recita su voz:
una plegaria como roca que Dios deja caer desde su mano;
una plegaria como un cigarrillo que nunca termino de consumir;
una plegaria como una maldita plegaria
que escucho desde mi nacimiento,
desde el fin de mi nacimiento
y que tendré que oír
como una melodía confesional.
A mí las palabras me cansan.
Ya no quiero explicar.
Recita su voz un número,
el número de alguien en un campo de concentración,
concentración donde se cumplen todas las batallas,
batallas donde nacen y mueren las palabras.
Recita su voz,
recita su voz.
Recita su voz
en su propia voz.
Recita
porque no sabe qué hacer
con tanto infierno
en las entrañas.
(de Signos Oscuros, 1995)
El Poema
Hacer cada día un altar de visiones
para que la memoria no despierte,
para que seas el aire de todos los misterios
y que los vivos y los muertos
ni siquiera te rocen,
que las miradas se desvanezcan,
que con tus hilos de sombra tejan una patria de luz,
porque serás más grande que la noche,
más feroz que la espada,
y porque en el perfecto final de cada espejo
encontrarás
el verdadero nombre de tu voz.
Hacer cada día una significación de la locura,
y que la infancia te abrace con sus gritos,
que no te atrevas a decir el olvido.
Hacer cada día un naufragio para vivir.
Hacer el amor
o acuchillar palabras
es lo mismo.
(de Signos Oscuros, 1995)
Este Escriba
Quiere decir la verdad y el amor pero no sabe,
intenta un lenguaje para extraer vocablos,
un balbuceo real
pero no es eso,
roza las puntas primitivas de las palabras,
se acerca,
se está acercando,
pero cuando parece llegar
en realidad se aleja
y nunca aprenderá la realidad del canto.
Bebe un poco de aire, escribe, demasiado esfuerzo.
Oculta sus ojos en la cacería del instante.
Busca un signo en la oscuridad
y comienza a decir:
“La verdad es un pañuelo en llamas
en la noche de colmillos sedientos“.
Pero la verdad no es eso y mientras dice, calla,
porque es lo mismo decir lo que no existe
y no decir las únicas palabras.
Entonces piensa:
“La verdad es una iglesia en ruinas que se expande,
una ronda de nada en torno al vacío.
La verdad es esto que no puedo decir,
es un lecho fugaz en donde duerme la locura.”
Pero la verdad no es eso y comienza la idea del amor.
Como una vibración en la mano.
Como una vibración en el cuerpo.
“El amor es un puñal clavado en el mar
para que las aguas se diluyan,
una luz que enceguece
en un parque imposible.
El amor es un alambre que divide
la tierra de la razón.
El amor es una espada que brilla.
El amor es silencio.”
Pero el amor no es eso
y así transcurren los días y las noches.
Pero el amor y la verdad son otras cosas:
acercarse a decir
pero no llegar nunca
porque la vida es eso
y además otra cosa.
Girar en círculos de fiebre
al mismo tiempo que se busca.
(de El Lugar del Principio, 1998)
Escrito a fuego
Uno va por la vida
como quien regresa al lugar donde se cantan
las canciones de cuna,
a paso de guerrero,
con la lanza quebrada
y una herida que nunca se termina de sanar.
El cuerpo que soporta
las mordidas del tiempo
es el cuerpo de la Historia.
Y uno va
preparado a golpear las puertas de la Casa del Orden
–las manos tan cansadas,
la sangre que corre por la vida–,
bajo el brazo
el tejido de los sueños:
tejer y destejer
los distintos caminos que me nombrar.
Con un hilo brillante, con un hilo de noche,
con la sombra de un hilo que se incendia.
Así escribiré.
Y aunque caiga sobre mí toda la violencia del mundo,
y aunque la muerte me lleve cada vez más lejos,
y aunque recuerde el nombre perdido del comienzo,
así,
escribiré.
(de Jardín en movimiento, 2003)
Retrato de Enrique 6:00 AM
Estoy aquí
esta mañana,
mientras afuera los autos
atraviesan el mundo.
Como si no tuviera importancia
yo quiero decir
la noche,
pero en esta mañana es imposible.
Afuera los autos vienen para irse
al mismo tiempo que el sol
pesado se levanta
para mostrar que yo no voy
en ninguno de ellos.
“La realidad, la sombra de la realidad,
el gesto de la fuga es la realidad”,
digo,
sentado en mi cuerpo de escritor,
mientras me miro en el espejo
y pregunto “¿quién soy?,
¿quién me creo que soy?”
Entonces,
igual digo la noche esta mañana,
me paso la crema de afeitar
y no termino
hasta ver en mi cara
la voluptuosidad del color rojo.
(de Jardín en movimiento, 2003)
Rutina
El muchacho cabalga hacia la aurora
para abrir y cerrar el mundo.
Es el aliento de la infancia el que lo obliga
a cortar su corazón.
Es el aliento de la infancia el que lo obliga
a coser su corazón con aire.
Tantas palabras, tantas,
que ya no hay
qué decir.
Es el aliento de la infancia la aurora.
El sol es rojo.
ENRIQUE SOLINAS nació en Buenos Aires el 11 de Julio de 1969. Es Profesor en Letras y Ciencias de la Comunicación (CONSUDEC) y Licenciado en Letras (UCA). Desde 1989 colabora con publicaciones de Argentina y del exterior, es docente y forma parte de grupos de investigación en literatura argentina y latinoamericana (CONICET) y en literatura y mística (SIPLET – ALALITE). Publicó en poesía: Signos Oscuros (1995), El Gruñido (1997), El Lugar del Principio (1998), Jardín en Movimiento (2003), Noche de San Juan (2008), El gruñido y otros poemas (2011). En colaboración, Invocaciones –cuatro poetas en la voz del mito– (2012). En narrativa: La muerte y su conversación (cuentos, 2007). Por su labor literaria obtuvo varios premios, entre ellos, el 1er. Premio Rotary Club Bienio 1990/1991, 1er. Premio Nacional Iniciación Bienio 1992/1993, de la Secretaría de Cultura de la Nación, el 1er. Premio Dirección General de Bibliotecas Municipales de Buenos Aires 1993, Mención en los Premios Municipales de la Ciudad de Buenos Aires a la Producción 1994/1995, Subsidio Nacional de Creación de la Fundación Antorchas, Concurso 1997 de Becas y Subsidios para las Artes, el 1er. Premio Estímulo a la Creación año 2000 de la Secretaría de Cultura de la Nación, el 1er. Premio de Cuento Fantástico 2004 de la Fundación Ciudad de Arena y la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, la Beca Shanghai Writing Program 2014, etc. Su obra y forma de parte de antologías nacionales e internacionales, siendo traducido al inglés, al italiano, al francés, al portugués y al griego. Invitado al II Festival Internacional de Poesía de la Feria del Libro de Buenos Aires 2007, al I Festival Internacional de Poesía del Centro Cultural de la Cooperación 2009, al IX Festival Internacional de de Poesía de Granada 2013, Nicaragua, al IV Festival Internacional de Poesía Latinoamericana de Lima 2013, XXII Maratón Poética Teatro de la Luna 2014, en George Mason University, etc. Actualmente, su actividad incluye la narrativa, el periodismo cultural, la crítica literaria y de artes plásticas, la investigación y la traducción de poesía (latín, griego, inglés, francés e italiano al español).
(Texto publicado originalmente en la Revista “Crear en Salamanca”)