Con el pie en el estribo
Metaforología Gaceta Literaria tiene el gusto de presentar el libro El pie en el estribo del poeta peruano-español Alfredo Pérez Alencart con ilustraciones de Miguel Elías.
“…Hace dos lustros escribí estos poemas. Luego los puse a reposar en el arcón, como recomendaba Horacio. Ahora los expongo, no como un homenaje más, de los muchos que inundarán el vasto continente de nuestro idioma. Lo mío es un humilde tributo de lector y aprendiz de poeta: por ello estos versos vivos donde galopan no sólo Alfonso Quijano y el señor Panza, sino también Jesucristo y Unamuno; Dulcinea y Jacqueline; Elías y mi padre y mi hijo y yo mismo; mi Salamanca y mi saudosa selva… Soy mestizo y, al entrañar la magna obra, no dudé en mezclar lo de aquende con lo de allende…” Alfredo Pérez Alencart
I
No soy el enajenado sobreviviente disfrazado de risas
ni el que se pudre en un escorial cualquiera
dolido en la punta del cráneo
escribiendo despreñadas palabras sobre la piel
del gigante desfallecido que vestigia su peso
si multiplicas tres dígitos del alma
proceso y magnitud de la secreta estatura
de los encantamientos cintilaciones fantaseos
del lamedor de azafranes escudando fuegos
de variados flancos omnívoros de honradez
No me confundas no olvides mi costumbre vertical
por muchas lunas sin meterme en un caja
galopando chacachap trapp trapp chacachap
con la última bandera que tartajea en el aire
pretendiendo honor en vez de monedas lloviznadas
en el propio enclave donde se oxigenan mis pulmones
molineando pródigamente por tantísimos terruños
que brotan de la ínsula firmamento de mi aquí
de mis ancestros de mi lámpara divina
de mi allí que impulsa a abotonarme al idioma
ya aliento de páramo y saudades de selvas
No partas sin gestarte dentro de mi lengua o en la tutoría
de imágenes que son mordeduras fabulosas
velas y dulces violines tramos largos de un viaje
a lo mucho interior que al ojo abierto embaraza
III
Exorcizando la estratosfera de los encantamientos
no atisbo el lugar de la derrota desbocada
estalagmita que punza los sueños el rastro tornasol
de la belleza que más despierta clavileños van
clavileños vienen hasta probar qué dedal de plata
doma el maderamen que se les vuela
Resisto el crecimiento de zarpazos admonitorios
de quienes se ocultan tras cueros de vino
y les nace una cicatriz un látigo un ojo viudo
lápidas desenraizadas por la resaca espasmos
que van desdoblándoles hacia adentro Hay parabólicas
en la yema de mi decir teológico Ungimientos
sin lastimadura alguna Saludo con el hombro
y la costilla con el destello de los espejos rotos
con el galgo que lija vientos con el podenco
de sombra pisoteada Saludo con mi dentadura
infatigable ancla chiquita de bienvenidas
sahumeriando válidas aventuras que no defraudan
He expurgado los códigos del infierno
la otra medianoche He amputado realidades
que no se sustentan en el corazón He enjaulado al
león negro que en otro tiempo demostró mala conducta
Desciendo del carro para subir a la alfombra de vapor
que me descalabra por ultramundanas claridades
imantándome la cara al fémur del destino
VI
Ciudad antigua miel de piedra milenaria Después daré
vueltas para que no me hiera lo eterno y me lancee
sus leyes naturales su pozo de inmenso brocal
miraje sacudidor del laberinto semilla y embrión
desandando la caminata acullá o por aquestas
orillas del tormes de egos decapitados Desde indias
se oyen extrañas pisadas corazón de similar tamaño
cumpliendo horas de guardia atizando la lengua
que interesa Pienso en las regiones de la memoria
en cielos color uva en savias rebalsando mundos
Quijoteo con don miguel mientras repasamos evangelios
primera mortaja del primer quijote sonrisa cercana
ante todo perjurio ante toda pobreza ante la realidad
soñada sin intermitencias el profeta desvela cosas
que los hidalgos dejan entrar en sus propios cuerpos
Aspiro a salir de la diana de los victimarios
recito en lenguas bárbaras y digo “¡tierra a la vista!”
Heme aquí llegando bajo el arcoiris Apacibilidad
de las cigüeñas surcando sin parar los cielos
Ya no zarpan pero son turisteadas las cuatro estaciones
De prórroga en prórroga me quedo como las cigüeñas
sólo para leer algunas liras sagradas del encarcelado
migueleando quijanamente lazarilleando con autonomía
engarruñado dando palos de ciego a quienes se hacen
los dormidos Salamanca hermosa luciérnaga de piedra
VII
Ir y venir de la posmodernidad al quijote
porque el tiempo no es un foto fija ni siempre traduce
palabras heroicas para el día siguiente de la desolación
clarividente o del anémico olvido parpadeando
su senectud en la contraesquina del cuadro semejante
anudado al cordaje de ensueños
como un exorcismo donde mi lengua vive del Verbo
no a las diez ni a las tres
sino a las veinticuatro del páramo de todos los cánones
frente al rostro madrugado de mi amantísima
forjadora de espasmos si me rezago de su arrullo
bajo la penumbra de las nosecuantas horas
de este destiempo que tomo por asalto con deseo
en ristre adivinando dónde está apostada la tropa de
intrusos que vigila nuestro umbral esperando usurpar
el amasijo de obviedades a punto de contracielo
en la órbita que nos descorre por la piedraviva
de castilla por el otoño del pintar bondades todavía
refugios para gemar mis persuasorias lindezas
enveses cotidianos despertando en otras latitudes
para rebalsar la requemada distancia de los siervos
que no arden con luz propia de los simuladores
que hacen sus hipantes giros de siempre
para empavorecer a los niños que se descunan
bajo la batuta o el vaho de los que permiten
VIII
Pongo mi oído en la canícula de las resurrecciones
al linde del amor de viejos siglos
aunque me duelan los huesos que exigen futuro
o enjalbeguen mi piel con una armadura
por donde giran locamente los relojes
Pongo mi oído sobre la pulpa de unas vocales
que el vulgo no estranguló con vísceras de mercado
Pongo mi oído sobre los escritos de protesta
para conocer lo que allá sucede con mis cuasi hermanos
porteadores de estatuas de sal embrumados
por inciensos que nunca harán taxidermia sangre
nada más que sangre hasta la médula
Sancho que escudas mi ahora ¿qué haremos
si al final del camino damos con la iglesia verdadera?
Pongo mi oído sobre los pliegos de cordel
para no perder mi sombra en la cripta de otro presidio
donde perviven los desalmados vacunados con
azufre con encono con flujos sobrecocinados
de psicosis sin fermosura Pongo mi oído en el pecho
del rocín que no pasta finas hierbas en el estiaje
de agosto Yo tampoco estoy para autocontemplaciones
ni desempolvaduras No estoy para ser cosecha
del tambor del exterminio limo oscuro de la contienda
que no se olvida Qué lividez empedernida qué
de corazones enlamados desatendiéndose de Dios.
XI
No es loco el que ve más allá oh mortales
cascarrabias Loco sólo es quien ocupa altas magistraturas
zumbando como abejorro sobre heces malherido
de codicia por enchapar de oro el adobe de su casa de su
cuerpo de su mente lisiada desangrándose
de lunes a lunes balbuceando guarismos o manoseando
monedas huecas Vulnerable calistenia del ceño
fruncido por el tren en marcha de la descomposición
Far west encopetado de esculturas en cuyos
jardines de cruces negras no dejan entrar al mendicante
que despertándose del ayer camina su regreso
un día de reposo La lucidez es ritmo espiral ida
hacia el abismo de las llamaradas secas malabar furtivo
sin límite de mundo En los ropajes sucios quedan
vanidades naturalezas muertas estampidas al aposento
del óxido Oh mortales hechos los encumbrados yo veo
vuestro cascarón vuestras venas hinchadas vuestras bocas
reñidas con el lenguaje de la bondad Me voy con una idea
en la cabeza Mi brújula es una memoria que tiene
la edad de Cristo y por eso me voy a cruzar las noches
con un puñado de luciérnagas Otra locura para jugar
a la vida sin pancreatitis ni santos terribles Otra locura
para combatir como sólo combaten los enamorados Otra
locura para mentir siempre con la verdad aunque me
echen los perros o me nieguen más que a Pedro
XV
Ni visible gota roja de lacre sellando mis epístolas
ni el ocre de esa mancha durmiéndose lejanamente.
Aún en calabozo mi firmamento no se estrella
pues viene a mí no sé qué ángel o llave
de la imaginación de la emoción más sustanciosa
Madrecita mándame miel de abejas salvajes
Padrecito tuve que enjuvenecerte en sueños
para así seguir enterrando los pies en el origen
Abuelaza ahúmame la antena vegetal de los sentidos
y el sagrado corazón improcesionable
Heme aquí sancho a veces quijote siempre
con todos sus sinónimos a cuestas crucificado
para aliviar ponzoñas ulises paralelo recogiendo
botellas lanzadas por escribas que pagaron con su vida
Quijote a veces sancho siempre velando los sueños
del mañana especificando las creencias
sin atender al fémur legendario a la astilla podrida
a las quisicosas cómplices de los párpados insomnes
Tomo pulso a la brújula por la encrucijada
en crudo delante del cronómetro del antónimo
que traspapela su justicia Tres ¡hurras! por casiodoro
de reina por juan de yepes por teresa de cepeda
Un ¡viva! por el Cantar aunque me juzgue algún
nicodemo malencarado maleducado en lágrimas
Todavía no podrán ver mi sello mi roja gota de lacre
MORDISCO PARA UNA RESURRECCIÓN
Mi porvenir zumba como abejas y suda y se arquea
ante compases de pulpa y ambrosía tibio paraíso
para escuchar chirimías pasiones siempre bienvenidas
Vengo y voy por páramos por acantilados por aguas
diluviales y al amanecer tiemblan mis tobillos
ante presentes que revierten distancias desangeladas
abordajes desasidos Es júbilo sin tiempo esta breve
eternidad esta liturgia al ritmo empedernido al vértigo
romántico que anda borracho sin vino con sueño ligero
para perfumarse dulcineando Tú susurras ‘¿Percibes
el vergel donde nos instalaremos?’ ¡Y yo creyendo
que era imaginario que no existía tal huerto de manzanas
de tréboles exóticos de gorriones cuyo cántico parece
inextinguible! Más aprisa se columpian los suspiros
Nuestro corazón ha visto un día futuro por el reino
del recomienzo carne viva de un espíritu flamígero
que engendra su regreso no por casualidad ni tan
temprano Una sola carne un solo músculo nuestro
corazón sigue en pie por si enseña su claridad el milagro
No somos cuerdos ni remilgados por el tálamo Estamos
de fiesta sin previo aviso todo instante horizontal del
Amor Somos arpas para no dormir metamorfosis
de un temblor que no envejece Quijoteando voy por el
ojo de tu aguja hasta pasar al cielo por tu jardín donde
mis abejas se desatan Hegemonía de la resurrección
porque somos cicatrices de lo que ha sido azul
A veces llegan a uno libros extraordinarios, que saltan a los ojos más que otros, empiezan a correr con la sangre, se instalan en el torso, soplan suavecito y contribuyen a que siga latiendo el corazón. “El pie en el estribo” es esa clase de libros y ha cabalgado el dédalo que se hace detrás de mi pupila, y me ha regalado calma, solidez e inspiración. Un poemario afinado, pulcro, exquisito como casi todo lo que Alencart escribe. Un recorrido por las andanzas del Quijote y las de la misma voz que lo revive; un galope hacia el viejo mundo y hacia el nuevo, persiguiendo “la canícula de las resurrecciones” cuando desde lo atemporal y en “la cabeza la brújula del poeta es una memoria que tiene la edad de Cristo”. Gracias maestro por todas estas sensaciones vitales que tus versos siempre atizan. ~ Ana Cecilia Blum (Editora Metaforología Gaceta Literaria)