El mundo solo está en los libros
UN RELATO DE YOLANDA IZARD
EL GATO
El otro día sentí un pinchazo en el pecho, que todavía me dura. Corrí a Internet para saber qué podía significar. En la batahola informativa de la web saqué una montaña inescrutable de información que me impidió obtener certeza alguna de lo que me ocurría, así que me fui a mis maestros, los libros, y encontré una novela de Stephan Zweig que supuse que hablaba del corazón porque se titula así, Impaciencia del corazón. Cerré la puerta de mi cuarto para que Eva, que está siempre al acecho en medio del pasillo, no me viera llorar. Siempre se entromete en lo que hago y me pide que salgamos a pasear. A mí me gusta pasear entre los árboles y que caiga la lluvia sobre mi pelo y que los pájaros salgan en desbandada cuando escalamos los troncos para ver desde arriba dónde se acaba el mundo. Pero ella no se da cuenta de que en los libros no se acaba nunca el mundo. Por eso me encierro en mi habitación, para sentir el infinito en mis manos y su cálido manantial hacia mi interior. La magia creadora. Hay infinitos distintos, aunque parezca una contradicción. Stephan Zweig se dedica solo al infinito de los sentimientos y pasiones humanos, y dentro de ese infinito a dos infinitos emocionales, que son el de la compasión y el de la culpa. Los circunda, los estrecha, los ataja, los estruja, saca de ellos todas sus propiedades, manifestaciones, ínfimos flecos y desbordantes acertijos, hasta que logramos una idea cabal de lo que es nuestro corazón. Es una labor de zapa ardua e incontinente, pero al final he sabido por qué tengo este pinchazo en el pecho.
Antes del pinchazo en el pecho, Eva me abrazaba. Me perseguía por las habitaciones. Le gustaba el sonido de mi respiración, cuando dormía. Me tenía preparada la cena y la merienda. Doblaba mis camisetas en ele para que no se parecieran a ninguna. Cuando soplaba el viento fuerte, fuerte, y caían los árboles del bosque con un estruendo de pesadilla, ella se acurrucaba a mis pies, y decía que era un gato y que tenía que protegerla. Eres mi gato, le susurraba entonces, acariciándola con las plantas desnudas. Y ella ronroneaba y se calmaba y ya no le parecía tan terrible el viento azotando nuestra casa solitaria.
Antes del dolor en el pecho, cuando me veía triste y no quería salir a pasear para ver lo pequeño que es el mundo comparado con las infinitas páginas de un buen libro, ella invitaba a nuestros amigos. Venían de lejos, de más allá del bosque, por los caminos de tierra, apartando las zarzas y dejándose embaucar por el rumor del regato. Pero desde que empezó el dolor en mi pecho, los caminos se cubrieron por completo de maleza y se borraron, emergieron raíces gigantescas y los pájaros se volvieron tan estruendosos que nadie quiso volver. Eva se sentó a esperarme en las frías baldosas del pasillo, ronroneando como el espíritu de un gato que espera la caricia de su amo. Pero yo he decidido que el mundo solo está en los libros y no pienso volver a abrir la puerta, nunca más.
Yolanda Izard (Béjar, Salamanca, 1959) es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca, cursó estudios de Bellas Artes en la misma universidad, doctorado en la UNEX y un posgrado en ELE. Ha publicado las novelas Paisajes para evitar la noche, XXVIII Premio Cáceres de Novela Corta, Institución Cultural El Brocense. 2003, y La mirada atenta, VII Premio de Novela Carolina Coronado, Del Oeste Ediciones, 2003, y los libros de poemas Defunciones interiores, Diputación de Cáceres, 2003, El durmiente y la novia, Editorial Sinmar, Madrid, 1997, y Reliquias del duende, Salamanca, 1983, además de numerosos relatos premiados, un Comentario y selección de Poemas de la Transición, ed. Difácil, Valladolid, 2009, la participación en el libro Memoria de la Transición, Universidad de Valladolid, 2010, y la colaboración con relatos propios, algunos de ellos ilustrados por ella misma, en distintos libros colectivos (Relatos de mujer, Ayuntamiento de Valladolid, 2010; El avicornio de Béjar, Alquitara Ediciones, 2012; TR3S, edición de Marco Temprano, Valladolid, 2013; Palabras del inocente, Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes, Salamanca, 2014, La Navidad es puro cuento, Valladolid, 2014, etc.).
Es colaboradora habitual del suplemento cultural de El Norte de Castilla, La sombra del ciprés, y de las revistas literarias digitales Revista de Letras –del periódico La Vanguardia-, Granite&Rainbow y Subverso, en los que ha publicado más de setenta reseñas y artículos literarios, algunos de ellos con ilustraciones propias.
También ha colaborado en numerosos eventos culturales y en actividades relacionadas con la creación literaria. En 2013 recibió el Premio de Poesía Andrés Quintanilla Buey y en 2014 ha quedado preseleccionada en el prestigioso premio Herralde de Novela. En la actualidad imparte clases de ELE (Español para extranjeros) en la Universidad Europea Miguel de Cervantes, es correctora de estilo y dirige e imparte un Taller de Escritura Creativa de creación propia.