Contra la locura
Metaforología tiene el gusto de presentar Contra la locura, el más reciente poemario de Soledad Castresana, publicado por El Ángel Editor desde la Mitad del Mundo.
I
Sobre el vértigo
Sobre el vértigo
Se te hunden los pasos en esta tierra que fue húmeda. Hay que
seguir, decías, a pesar del relámpago y las moscas. De la espalda te
cuelgan los hijos que no pariste, en las manos, los que no son tuyos.
Todo pesa.
Como los perros, confiabas en el miedo. Pero ellos ven la noche y
huelen lejos.
En la arena
Después del agua y del sol mi cuerpo cruje como una casa clavada
en la arena de esta orilla minúscula. Me contraigo. Crezco y me
contraigo.
Los pájaros no tienen compasión, tampoco el viento. Sólo unos
peces ciegos se acercan a comer a la sombra de mis hijos.
Los secretos
Un rayo me quema el borde de la boca. Busco las flores del estanque
como bálsamo. No me hundo. Me entrego al vaivén de las raíces.
Hace frío y ya no hay animales cerca. Parece imposible alojar tanta
agua en un espacio así de oscuro. Pero es cierto.
La certeza
Como cuando en la oscuridad los ojos se adaptan a ver en las
sombras el contraste de grises y texturas para adivinar los filos y
las puntas de las cosas, así nosotras, envueltas en la noche de nuestro
cabello, nos entregamos a los hijos siempre hambrientos con la
certeza de que un día va a pasar un hilo de luz que volverá la casa a
su antiguo espesor.
Detrás del cerco
Vista desde adentro la casa está llena de grietas. Dicen también que
las paredes se mueven, que hay poco aire para que entre la luz.
Yo no sé si habitar es cierto: el jardín está intacto y las flores crecen.
El signo de la piedra
Hace años que camino sin saber el origen del cansancio. Hay que
seguir, decían en voz baja.
Donde estaba la luna ahora está el sol y antes, la mirada de las hijas.
Desconozco el signo de la piedra que arde, no hay alivio en la boca
de la lluvia.
Adelante va el viento con los pájaros. Yo piso sobre sus huellas para
engañar a los perros del padre.
Equilibrio
Podemos seguir mientras las piedras se derrumben sobre los filos y
desarmen los bordes del mundo. Conocemos esas reglas.
Pero quedamos suspendidas cuando las piedras se abren por su
propio centro.
No aprendimos la ley que explica cómo de repente lo que vemos se
desploma hacia sí mismo.
II
Sobre la noche
El vértigo
La noche ha construido un equilibrio simple. Cualquier mínimo
cambio en el ritmo del aire o de la sangre retumba en el orden de
las cosas.
Abro los ojos, cae una piedra.
No es un juego
Es como si cada pulso de la materia hubiera encontrado su sonido,
la cuerda única que vibra con la sombra del aire.
Es la madera que cruje, me decían cuando era hija. Pero ahora sé que
hay más entre el ruido y lo que escucho. Me aferro a este trance. Ya no
voy a dormir hasta encontrar las correspondencias.
Carne de mí
Esta noche tiene el olor de mi carne quemada. La herida crece por
la tierra, por los muros, y yo no reconozco el mapa de este cuerpo
que se dice mío.
No cicatrizarás.
Lo entiendo ahora y quiero abrirme otra vez. Dejar las cosas
como eran.
Equilibrio
De la noche, sólo me guardo lo que pasa en los sueños. Olvido el
vértigo de acunar ida y vuelta por el pasillo, las luces de la ciudad
que no se apagan y la tos, ese rezo insoportable.
Todo pesa
Si mis palabras suenan ásperas es porque las digo bajito para que no
retumben.
No grites, por favor. Estoy acá y te escucho. Igual que escucho a las
fieras que rugen en tus sueños. Igual que escucho todo, siempre.
Con paso de fantasma me acerco hasta tu cuerpo y te acaricio el pelo
como si lo arran cara: una noche no voy a venir cuando me llames,
volveré después de haber dormido.
Formas del sueño
Lo oscuro se pliega sobre sí mismo y el sueño crece como una
espiral. Es en el centro donde parece que todo empieza a dormir.
Yo, en cambio, me arrojo sobre la noche como una flecha asustada.
Soledad Castresana nació en Argentina en la provincia de La Pampa en 1979. Estudió Letras en Buenos Aires. Ha vivido en Bogotá, en Medellín y, ahora, en Ciudad de México.
Publicó los libros de poemas Carneada (Alción, Córdoba, 2007), Selección natural (Fondo Editorial Pampeano, Santa Rosa, 2011) y Contra la locura (El Ángel Editor, Quito, 2015).
SOBRE LA OBRA DE SOLEDAD CASTRESANA
Todo este laberinto onírico es pintado por Soledad Castresana en poemas cortos, que desafían el postulado de Sartre en su obra ¿Qué es la literatura? sobre la imposibilidad de crear un género híbrido entre la lírica y la prosa. Los pequeños poemas escritos en prosa poética, nacidos desde una sólida voz femenina, hacen que este libro sirva de anteojos para explorar la vida desde otra perspectiva: una visión concentrada en los detalles minúsculos, en la suposición de realidades nuevas, historias de momentos mínimos contadas desde lo poético. Soledad Castresana logra, con Contra la locura, crear un universo poético lleno de imágenes surrealistas y, a pesar de que se diga que “no hay nada nuevo bajo el sol”, sus poemas están llenos de creaciones novedosas en contenido y estilo, imágenes potentes que logran mantener al lector enganchado a la lectura. ~ Andrés López