Filamentos de mí misma
AZUL AUSENTE Y OTROS POEMAS DE ANNIE ALTAMIRANO
Azul Ausente
Con la luz del sur ardiendo en la memoria
y el resplandor que ciega desde las doradas piedras,
siento la ausencia salina de la bruma costera,
del oleaje en sudestada.
Llega otro verano.
El tiempo se consume de un modo distinto.
El tedio del secano,
lento y abrasado,
dormita la siesta en los rincones.
Busco aromas familiares
pero han mudado latitudes.
Enero ausente es julio.
No se pueden conciliar los contrarios.
Salina ausencia.
Oleaje ausencia.
Azul ausencia que me habita.
Filamentos
Mi cielo es un mar inverso.
Mis palabras vuelan sobre un país
donde las estaciones suceden en su orden
en espejo.
Lanzo filamentos de mí misma
para atrapar la arena ausente
y las olas sin regreso.
Filamentos invisibles -necesito saber
que puedo cortarlos aunque nunca llega el gesto-
que corrigen la usura del tiempo y acercan la lejanía
que se posa sobre el ala de esta tarde.
Filamentos que sostienen el presente
para que no se arruguen los recuerdos de la infancia
y quede intacta mi identidad
a veces renegada,
renunciada,
inevitable.
Partir es saber mirar hacia atrás
sin separarse de uno mismo.
Otoño
Atardece el verano, palidece la luz
que ayer era dorada.
El corazón del verano difunto
cae entre las últimas hojas
que agonizan en remolinos
de viento norte.
Veo llegar las primeras sombras
agrisando el cielo en mi ventana.
La sepia crepuscular de los cipreses
me tiñe de dorado la memoria,
Enciende la hoguera del recuerdo
En la trémula piel abandonada.
Todo se va de mí, el beso,
La mano, la boca.
Queda el llanto deshabitado,
La soledad pegada
A mi espalda.
Mis pasos desandan la tristeza.
En la ventana
Los pájaros han muerto
y desciende la niebla.
Memoria del sur
Miro por la ventana.
La luz reverbera sobre el asfalto caliente
reflejo blanco de una siesta análoga.
El canto de las chicharras anuncia bochorno.
Siento el fresco temprano de las mañanas,
el olor a lavanda y romero,
la efímera floración de las glicinas.
Se hacen lentas las horas
como el viaje lento de un tren
cruzando el valle.
Me adormece el zumbido hipnótico
de los abejorros en la parra,
los truenos rolando en las sierras azules.
Un pueblo del sur, el viento,
el eco de las ranas nocturnas,
una mujer regando las rosas
a principios de octubre,
sus ojos me miran desde lejos.
Los olores de antaño se esconden en los roperos
y es aquel otro estío,
demorado y distinto,
con tanto sur en la memoria.
Amnistía
Quisiera recogerme
en la siesta perezosa de los sauces,
desenredar hilos de luna
de las piedras del arroyo,
inventar un puente
desde la orilla de mi infancia hasta mi memoria.
Me brota mayo con la lluvia,
o tal vez sea septiembre.
Sobrevuela los senderos de lavanda
una libélula.
Llega el colibrí vespertino
a libar de las rosas de tu jardín
y logro, en sus alas,
amnistiar tu recuerdo.
Nostalgia de la sal
Veo un mar que no conozco,
luz ajena,
curva lánguida
de agua lenta
sobre piedras
y algo de arena.
Busco rumbo mas allá del horizonte,
hacia el oeste. Olfateo el aire,
el olor ancestral.
Desde lejos llega la marejada.
Alza su sed en zarpazos blancos.
La eterna insistencia de las olas
que viven en la muerte de sus hermanas.
Las gaviotas vuelan alto
buscando rumbo
conjurando corrientes de aire.
Soy bulto húmedo en la extrema orilla,
Pecio casi invisible salpicado por la espuma.
Vuelvo a oír mi nombre susurrado
en los rasguños de sal,
huérfana de algas y sudestada.
Vuelven las gaviotas a la playa.
Es hora.
El horizonte se rinde en el fondo de la tarde,
cede ante la lengua de espuma.
La mitad del sol se derrumba
Sobre otras latitudes,
otros médanos
y el lomo gris de las toninas.
Crecen las estrellas en el hueco de mis ojos
y desembarcan las apariciones.
Ciclo lunar
Una vez fui cuarto creciente,
las tardes de tele a la vuelta del colegio,
escapadas en bicicleta a la hora de la siesta.
El mundo era el patio de mis abuelos,
los senderos bordeados de romero
las noches cálidas de enero
y las luciérnagas en el jardín.
Una vez fui luna llena,
inmortal, insegura, arrolladora,
ojos deslumbrados de mujer que descubre
y se descubre,
los sueños desbocados, la carne firme,
los huesos enteros, el cuerpo fértil,
abriendo las ventanas
a la ceremonia de la vida.
Ahora soy cuarto menguante,
la luna instaló en mi pelo la luz de plata
que trato de esconder,
instaló en mi cara el dolor de los espejos
que revelan un surco nuevo cada mañana.
A cinco pasos de los sesenta
a veces me vence el cansancio
y vivo las marcas de la edad con impotencia.
Otras veces me rebelo y se alinean los planetas.
Enfrento desafiante al espejo
y digo que estoy donde quiero estar,
con los años que me corresponden,
con las marcas de batallas perdidas y ganadas,
con la libertad de no tener que pagar ya
derecho de piso.
Y pienso en el amor. Y soy como el vino:
quien me ame que me beba,
despacio, a sorbos, encontrando los sabores,
aunque sea en cuarto menguante.
Annie Altamirano. Nacida en Punta Alta, Argentina, actualmente reside en Salamanca, España, es profesora de inglés y autora de libros de enseñanza. Es socia del Ateneo de Salamanca y miembro de los grupos Salamanca Letra Contemporánea y SonLetras.
Sus cuentos y poemas se pueden encontrar en Anayita, revista de la Facultad de Filología de la USAL (Universidad de Salamanca, Vol. III, Salamanca 2004); Revista de Salamanca Letra Contemporánea (Fundación Salamanca Ciudad de Cultura, Vol. I, 2008, Vol. V, 2009); Rincones de Creación, Fundación Salamanca Ciudad de Cultura (2009); Antología del Taller de Escritura Casa de las Conchas 2009 – 2010, Bubok Publishing S.L; El Bosque y Yo, Ediciones Casiopea (2011); Día Internacional de la Poesía 2012, Antología (Diputación de Segovia y Ayuntamiento de Segovia, 2012); SonLetras, Antología Poética SonLetras (2012); Cosecha de Verano, Antología de relatos, Unaria Ediciones (2013); Manual para Depredadores, Colección de Relatos, Editorial Seleer (2013); El cielo de Salamanca, Antología (2013 y 2014); Antología FIPA 2014 (Festival Internacional de Poesía del Atlántico, 2014); Palabras del inocente, XVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, Antología por el centenario de Gastón Baquero; y Desde un preciso lugar en el mundo, antología para celebrar el Día Mundial de la Poesía, Fundación Salamanca ciudad de Cultura y Saberes (2014) .
Ha sido finalista en los certámenes literarios Carpe Diem convocado por el Centro de Estudios Poéticos de Madrid (2011); y San Valentín, el mito del amor convocado por la Asociación Cultural tierno Galván de Santa Marta, Salamanca (2011). Ganadora del certamen III Día Internacional de la Poesía de Segovia (Marzo 2012).
SOBRE LOS POEMAS DE ANNIE ALTAMIRANO
“Soy como el vino” dice la voz, “quien me ame que me beba”, y porque amamos sus versos los bebemos, probamos de su nostalgia, de su melancolía, de su intimidad poetizada en imágenes suaves que se van revelando despacito como despacito se va metiendo en uno su cadencia, encantamiento sutil pero resuelto que “Enciende la hoguera del recuerdo”. Sucede entonces el mandato irresistible a caminar el país de sus metáforas, y así, uno se entrega a la voz de Annie Altamirano, se enrosca en sus palabras de ausencia, de memoria, de olvido; se rinde uno como “El horizonte se rinde en el fondo de la tarde”, cae uno en la exquisita sencillez de sus líneas, sus verdades, sus imágenes iluminadas, elocuentes, perdurables. Entre oleajes y vientos de presentes y pretéritos, pasa con el lector lo que pasa con el hablante: “Crecen las estrellas en el hueco de mis ojos / y desembarcan las apariciones”; esas apariciones que son sus versos y como el buen vino precisan el encuentro. ~ Ana Cecilia Blum (Editora de Metaforología Gaceta Literaria).