El amor es el incienso de la vida
POEMAS DE ANÍBAL FERNANDO BONILLA
EL DIABLO DE MI CUERPO
El poeta
públicamente desnuda la luna
en noche llena.
El poeta
delinea cartas profanas
para luego incinerarlas.
El poeta
bebe la tragedia
de la insensatez
el memorial
de la amargura.
El poeta
juega con nubes grises
que señalan la aproximación
de la penumbra.
El poeta
se enreda con la eternidad
de la palabra
con el resplandor de la aurora.
El poeta
es un fantasma
sin sueldo fijo
que procura nuevos años
plagados de silencio y confusión.
El poeta
recorre la zozobra
de las arterias humanas,
el camino directo
hacia el abismo.
El poeta
es un animal
que se despierta
cada mañana
intentando destruir
las rejas de su celda.
Aviso sombrío
Reinventar desde las cosas desechas
desde los gemidos
desde la desmemoria
desde el sonido de los campanarios hipócritas
desde la desolación
en contubernio con el sol,
y al final
fingir la alegría de los ausentes.
Son los signos
de nuevos tiempos
el anuncio del ocaso
entre el hambre y el invierno.
Elocuente rutina
Silencios propios
desventuras ajenas,
sed en la membrana del extraviado.
Secretos en el preludio de la nada
anhelos marchitos en cada tarde
renovadas sinfonías
en el corazón proletario.
Manglar de recuerdos,
bullicio del viernes decadente
pariendo placeres
desde el enigma de la carne
desde el dolor a cuestas
y la exploración de los territorios prohibidos.
SOY
El niño receloso
de atravesar los zaguanes
que imprime la vida.
El niño triste
por la ausencia de marionetas
por la casa del árbol
jamás construida.
El niño ensimismado
con la pelota hecha de periódicos
y con la alegría
de los amigos invisibles.
El niño acorralado
en el universo de juguetes,
en la soledad rondando
como un fantasma errante.
Ocaso prolongado
Al final vuelvo a ti
en la sonrisa
en la derrota
en el espasmo
en las dudas prolongadas
en el sortilegio que provoca
tu mirada
en la angustia amortajada
en la blasfemia
de tus labios inertes.
Que las piedras
hablen al filo del río
en el turbio invierno.
Que el suculento ritmo
de tu corazón agitado
resista la última copa de vino.
Eres violín
que acompaña
la liturgia demente,
estocada en la niebla.
Al final vuelvo a ti
cántaro a la medianoche
agua derramada
como diluvio y compañía
en mis tormentos.
Atisbo al margen
Rasguño el bandoneón
y la melancolía
desde el inestable susurro
de los días grises,
vacío de contrarios.
La nada
serpiente en el atardecer,
espectáculo de marionetas,
confabulación de los besos
sumergidos en el recuerdo.
Viaje interminable
desde la estación de autobuses
en donde se anidan
desvelos recurrentes
del habitante anónimo.
Orificio de mendicidad
en el desplazamiento
de la esperanza,
ambulante estrategia
de pájaros necios.
Una mujer
recorre una inconclusa ruta
con sus hijos a cuestas
y las interrogantes amontonadas
en su equipaje.
El maleficio latente
en el malhechor contemporáneo,
desilusión color carmesí.
Las cometas se deslizan
en el cielo
sin paradero fijo
ni viejos amores.
Aparece la imagen del mítico combatiente
en un sueño prolongado
de furia y cenizas.
El cuaderno de anotaciones
se cierra como mis ojos,
ritmo incontenible de historias malditas,
hojas amarillentas en donde reposa
este poema sobreviviente.
Pájara poesía
Saciarme
de consonantes
de mensajes que emanan a la deriva
de mares dispersos,
de nostálgicos emplazamientos
en el colofón del camino.
Extasiado
de la voz que estremece
las honduras del alma,
de la felicidad que se esparce
en el paseo dominical,
del espasmo ante
los pájaros inertes.
Poesía
mirada oculta del hombre,
abalorio aprisionado en el río,
cálida tarde
testigo del primer beso,
zumbido y éxtasis
de los cuerpos penetrantes,
rostro devorado por la última lágrima,
brío del monte
quejido del viento,
reminiscencia de lo actuado
y de lo pendiente.
Mesa matinal
Sábado en la mañana;
jugo de naranja
silencios recurrentes
parsimonia en la cuchara
mientras
nos ahogamos
en un breve
diálogo de sordos.
Un sorbo de café
la solemnidad
de la monotonía
el desprecio de la mermelada
una escena transitoria
de miradas
como los gatos ausentes.
Al final,
la mesa deshabitada
el lamento,
las dudas encendidas
en el aire,
el desconsuelo
y las migas de pan
al descubierto.
Estado del alma
Cuando
las puertas
se cierran
es preferible
no entrar a casa
divagar
en la frondosa selva
sobrellevar
los latidos
del corazón fracturado
caminar
sobre el agua
hasta el ocaso.
Cuando
las palabras
sobrecogen
la molestia
de los ciclos agrestes
es mejor
decir adiós
dar la vuelta
a la página
virar la esquina
con dolor
entre la sequía
y la angustia.
LENGUAJE DEL SILENCIO
Tus ojos nocturnos
devoran el cielo
entristecen la ternura de los pájaros
aclaran el túnel de la confusión.
Las estrellas deliran.
Tus manos sudorosas
apagan el fuego
y cierran
las puertas de mi infierno.
La profanación se acerca.
Cada día naufrago
con el aroma
de la inocencia
con el relicario
de los días benditos.
La locura es la escapatoria perfecta.
La impaciencia
crece con la humedad
de las lágrimas
advierte la caída
de los cuerpos.
El amor es el incienso de la vida.
Quiero imprimir
mi angustia
en la eternidad
de tu piel.
Aníbal Fernando Bonilla Flores (Otavalo – Ecuador, 1976). Poeta, escritor y comunicador social. Autor de los libros: Selvadentro (1998); Canto Nocturno (2000); Quimeras de papel en el umbral de la soledad (2007); ConTextos – Artículos de opinión (2009); Liturgia del ensueño (2009); Prohombres Otavaleños: semblanza y pensamiento (2010); Evocación de la tierra habitada (2011 – 1ra. Edición; 2014 – 2da. Edición); Oda en plenilunio y balada del ángel (2012); Gozo de madrugada (2014), entre otros. Sus escritos y poemas han aparecido en varias antologías y publicaciones dentro y fuera de su país. Ha laborado en radio, televisión y prensa escrita. Columnista de Diario El Telégrafo. Promotor cultural. Docente del nivel medio. Fue asistente de investigación del Rectorado de la Universidad Andina “Simón Bolívar” – Sede Ecuador. Ha sido invitado para participar en el Tercer Encuentro Internacional “Poesía en Paralelo Cero” (Quito, 2011); XV Encuentro de Poetas Iberoamericanos (Salamanca-España, 2012); VI Festival Internacional de Poesía “Ileana Espinel Cedeño” (Guayaquil, 2013); 23° y 24° Encuentro de Escritores Americanos – AMA (Santa María de Punilla-Córdoba-Argentina, 2013 y 2014,); 13° Encuentro Internacional Poetas y Narradores de las Dos Orillas (Punta del Este-Uruguay, 2014), en donde recibió la distinción “Idea Vilariño” en reconocimiento a su trayectoria literaria, 24° Feria Internacional del Libro de La Habana (Cuba, 2015). Concejal y Vicealcalde de Otavalo (entre el 2009 – 2011 y 2011 – 2014, respectivamente). Edil reelecto de su ciudad para el período 2014 – 2019.
SOBRE LA OBRA DE ANÍBAL FERNANDO BONILLA
“…En poesía lo único que merece la pena ser considerado es el voltaje que desprenden los versos, la conmoción que generan en el lector y oyente, las chispas que generan las palabras al rozarse o el mundo interior que ha movilizado para así completar la maravilla: la Poesía, esa flor extraña que es catapulta y cataplasma a la vez, rocío humedeciendo desiertos desde el principio hasta el último instante del ser humano. Así va Aníbal Fernando Bonilla, Eros contra Tanatos en medio de su tiempo vivo: pasiones van, desamores vienen; gozos, insatisfacciones… sentimientos, pensamientos, estruendos del corazón…, un puente levadizo desde la carnalidad: el poeta consuma y comunica sus logrados esfuerzos: “Tú otra vez / Mujer / que afinas / mi locura / desde el fango / desde el humedal / desde el ensueño / en un solo grito / de compasión…”. Lo anota con humilde franqueza, cierto, pero también con la destreza de quien respeta a la Poesía como una oración que mejor comunica con lo sagrado: y lo sagrado también incluye el Eros, los presentimientos o las incandescencias que relumbran en los ojos, las palpitaciones que aceleran su cotidiano existir…” ~ Alfredo Pérez Alencart (Universidad de Salamanca)
“Reinventar desde las cosas desechas / desde los gemidos / desde la desmemoria”; saber que en algún lado se esconde el poema, buscarlo, develar su rostro, plantarlo en la hoja en blanco. Andar la vida confabulando versos detrás de la mirada. Ser uno ante el mundo y adentro el otro, el que ha sido divido por la palabra. Existir con esa sed única “sed en la membrana del extraviado” con un “manglar de recuerdos” en el portafolio, y la piel tatuada de enigmas, sílabas que van repitiéndose entre la pasión y la nostalgia. Volver una y otra vez a la metáfora “al suculento ritmo de su corazón agitado”, volver a “saciarse de consonantes”, “extasiado de la voz que estremece” en las entrañas que procuran el vuelo y la caída al mismo tiempo. Leer a Aníbal Fernando Bonilla es leer la vida, inventario de pérdidas y encuentros, de historias inclusas, de osadías amatorias; leer de su tinta es estremecerse con sus llagas y sus cicatrices imborrables más siempre con la mirada atenta sobre un amor próximo que apunta la cima más alta, la escapatoria, la salvación, la salida: “amor incienso de la vida”. Gracias amigo y hermano poeta por tus versos que vienen hacia mí desde esa mágica tierra de nubes en donde habitas, y que también es mía, y que yo extraño. ~ Ana Cecilia Blum (Editora Metaforología Gaceta Literaria)