Metaforología presenta Áncoras, el más reciente poemario de Ana Cecilia Blum

 

portada-ancoras-libro-ana-cecilia-blumPrólogo por Alfredo Pérez Alencart

SIEMPRE SERÁ EL POEMA

1.

El poema siempre fue y será oxígeno, otra vida, si en sus versos alberga Poesía.

Aquí estamos ante un libro que rescata, nutre y/o logra cierto anclaje a quien se sabe aire o viento, sin raíces, con el domicilio a cuestas. Este Arca contiene eslabones de existencia de una poeta que -al crepúsculo- cae de rodillas y testimonia sin regateos:

De vendavales se hace mi trayecto.
De tornados mi memoria.

Todos los huracanes del mundo llevo adentro.

Hay cuerpo que siente el sol o el frío de más al Norte de sus raíces primeras. Hay pasos que deben “Caminar la yerba seca de los filos, / lo perdido en las orillas”. Pero el espíritu entra en materia y ofrece imágenes que, tras la nostalgia, revelan la flor prensada del recuerdo escoltando a instantes preñados de ternura, de música encendida, de escapatorias para no desmoronarse…

2.

Hablo de los textos escritos por Ana Cecilia Blum. Hablo de sus “Áncoras” que le amparan ante cualquier infortunio. Cierto que sólo son bálsamos, pero qué providenciales resultan para ella y para todos aquellos que con sus versos se identifiquen. La poeta de Guayaquil y de Florida se amarra a sus presentimientos y, con esa suavidad que le caracteriza, confiesa como dirigiéndose al Otro, pero también a sí misma: “Únete al asombro / en la humildad de los instantes”.

Estamos ante un ramillete de poemas Esenciales. Estamos ante un libro que no deberíamos apartar de la mesa de noche, para así leer cada texto como si se tomara una gragea que nos ayude a orientarnos por los sueños o por la singladura emprendida por quien no desmaya ante situaciones que rozan la desesperanza. Y esto porque comparecen dualidades que refleja el espejo del Tiempo:

Que sea yo Penélope y Ulises,
la jornada y la Isla.

Que sea yo el nácar, el coral, el ámbar.
Que sea mi talego la advertencia de los sabios.

El destino no, el camino. Ahora lo comprendo.

Un telar yo soy, un telar yo llevo.

3.

Ana Cecilia Blum es una poeta que toma el pulso a la realidad y a la fogosa soberanía del viaje que no acaba jamás: pienso en una diáspora que se repite por generaciones. Cierto que es distinta en cada etapa, pero también es cierto que quien peregrina tiene una curiosa forma de habitar el lugar donde arriba. Y ella lo hace a través del cántico, no en defensa propia sino como constatación de que con él nace otra historia, otra emigración, otro periplo que no podrá ser embalsamado:

Soy ahora el caminante,
existencia de hierba y horizonte,
de cima de piedra de cascada.

Arriba de las áncoras está el viaje.
El viaje es la ruta. El viaje es el destino.

En pocos versos decir bastante y sugerir mucho más: he ahí la sapiencia de esta poeta que testifica del eco original, de las sacras vislumbres, pero también de los gatos o plantas que le acompañan, de las gentes que cruzan las calles de la ciudad, de noches y nieblas soberanas, de lluvias y temores, de sombras y melancolías y desnudeces. De esto y del amor, escribe la poeta, de la soledad… ¿Qué cuándo lo hace?:

La Poeta escribe
cuando el mar insiste vivir en la boca,
los gritos precisan multiplicarse en el espejo,
la penumbra camina desnuda en la morada.

Una treintena de textos son suficientes para dejar constancia de una Poesía que lo imanta todo, especialmente los claroscuros que acompañan a quien completa viajes y traspasa fronteras; de quien se afinca lejos del paisaje de la infancia.

4.

La infancia, el padre, el origen: Aquí hay un allá, hay un componente de errancia que está en el ADN, pues los ancestros de la poeta llegaron a Ecuador procedentes de Siria y Turquía. Y claro, también la extrañeza en el propio entorno familiar, donde ella se decanta hacia el Verbo, hacia el lenguaje, hacia el amor sin edad que flore a pecho abierto en el Poema. Conciencia de existir y de llegar a sentir de forma distinta a los suyos:

Cómo se vuelve uno poeta
si mi sangre turca ordena
otro oficio otra empresa,
mis hermanos mercaderes
de números o prendas
y yo
cómo llegué a ser
esta tratante involuntaria
en el ferial de las palabras.

Profunda alegría surge cuando uno se encuentra con una orfebre de la Palabra, con una poeta que ya traspasó la barrera del aprendizaje iniciático y se nos presenta con esa sencillez nunca fácil de alcanzar. En la poesía de Ana Cecilia Blum hay rigor y no retórica vacía, ripio. Sus versos vibran, no como los de aquellos oficiantes enyesados que parlotean alardeando de su importancia.

Les presento una magnífica cosecha mediante la cual podrán familiarizarse con el respirable futuro de Ana Cecilia Blum, con sus versos pergeñados ayer y hoy, pero con claro rumbo hacia lo por venir.

Ella es Poeta y en sus versos hay Poesía.

Junio y en Tejares (2015)

Alfredo Pérez Alencart
Universidad de Salamanca

 

 

POEMAS DE ANA CECILIA BLUM

 

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Retrato de Ana Cecilia por Miguel Elías.

 

ORIGEN

 

Versos titiriteros

de dónde asoman,

hilos-dueños que

me han quitado

el albedrío.

 

Nunca fui como otras niñas

a la hora del recreo.

Nunca fui yo recién florecida

muchachita del barrio.

 

Siempre fue el poema.

 

Ojo lejano,

capullo sellado,

rareza.

 

Cómo se vuelve uno poeta

si mi sangre turca ordena

otro oficio otra empresa,

mis hermanos mercaderes

de números o prendas

y yo

cómo llegué a ser

esta tratante involuntaria

en el ferial de las palabras.

 

ANCLA EL PRETÉRITO

 

Frecuentar las sillas que dejamos,

los pájaros encuentran allí la tarde.

 

Saber si en el patio nos espera

el juguete,

los árboles que trepamos

y esos frutos

que no quisieron

madurar.

 

Buscar el columpio

en la distancia de otros soles,

hallar sus asientos vacíos

de risas de vuelos,

palos vencidos

ante el peso

de las estaciones.

 

Tantear el agua turbia

guardada en el aljibe,

atisbar en el fondo

las ruinas de la casona

y descubrir que ya nada,

nada conserva tus ojos de niño.

 

LA NOCHE ES EL ESPEJO

 

Y en el espejo está el relato,

un andar por las arcillas

de todo lo que fuimos

todo lo que no fuimos

en la intención en la desidia.

 

Vamos hacia los filones

del pasado,

costumbre sombría

de los pasos

cuando es de madrugada

y el desvelo

un alevoso.

 

Es la noche, su dominio,

ases guardados

en la manga oscura,

barajas en los cristales

refractarios,

hasta que uno vuelve

a encontrarse,

fundirse

con la repetición del sol

y sus disfraces.

 

RITUALES

 

Recoger botellas de vino en la mañana

y esperar en su vacío las respuestas.

 

Apuntar más de un verso

en las pupilas de mi gato,

el ritmo en sus pasos de pantera.

 

Retornar al río hijastro del deshielo,

a la tarde detrás de las lomas coloradas.

 

Hundir los dedos en la nieve,

perder el tacto de los días.

 

Voltear hacia el desierto

desempolvar al dinosaurio

dejar que sobreviva de mis huesos.

 

Caminar la yerba seca de los filos,

lo perdido en las orillas.

 

QUE LA CIUDAD TE DEVORE

 

Inicia el ceremonial de los pies descalzos:

restriégate los ojos,

sacude la cabeza,

busca el espejo,

luego el café.

 

No hace falta decir que es otro día,

las calles,

la parada del metro,

el quiosco de las mentas y el diario,

las notas de un violín desde la esquina

reclaman tu tránsito.

 

No te rindas,

busca los zapatos,

el maletín,

la sombrilla,

el libro que mitigue la embestida.

 

Concluye el rito,

la ciudad te espera

y tiene hambre.

 

anaceciliablum-poema

 

SER DE AIRE

 

Torbellinos entran

y salen de esta casa-cuerpo

a cualquier hora.

 

Vórtices

me arrastran a otros mares.

Corrientes

colman mis alforjas de otra arena.

 

De vendavales se hace mi trayecto.

De tornados mi memoria.

 

Todos los huracanes del mundo llevo adentro.

 

LA CARTA

 

El café está listo

humeante,

otro día

zozobra de pies sobre el mármol frío.

 

Uno se niega a los afanes de incendiario,

decide mojar los cerillos,

vender a descuento la bencina,

abrir la ventana

y dejar que la mañana cure

los malos pensamientos.

 

Los esfuerzos son vanos

para qué engañarse,

pronto se devuelve a uno mismo

-el ser de siempre-

el que termina buscando el fuego

con la pluma en la mano

escribiéndole esa carta a Ella

invitándola a vacacionar en los pantanos.

 

El café humea,

se sostiene la taza

como la última esperanza,

pero una taza de café en la mañana es otro día,

otro año que resbala en occidente,

la insistencia en las rutas del retorno,

el terror a la reiteración de los espejos,

este cansancio hacia la vida.

 

Francamente

todo habla en la taza de café por la mañana,

se empuña el esfero con la sangre,

se rinde al acoso de los dioses,

se decide finalmente

poner firma poner sello

y enviar esa carta.

 

LA JORNADA

 

Fieras gigantescas.

Filos de acantilado.

Falsetes de sirenas.

 

Que llegue yo liviana,

en vuelo, en brisa,

en barca de luna,

en gota de cielo.

 

Que sea yo Penélope y Ulises,

la jornada y la Isla.

 

Que sea yo el nácar, el coral, el ámbar.

Que sea mi talego la advertencia de los sabios.

 

El destino no, el camino. Ahora lo comprendo.

Un telar yo soy, un telar yo llevo.

 

 

SOBRE LA OBRA DE ANA CECILIA BLUM

 

carmen-olle-fotoPara Ana Cecilia, el viaje es el destino, es la ruta; son los últimos versos de Áncoras, el bello poemario de Blum, los que marcan la pauta para los lectores, quienes desempolvan, -como sugiere la poeta- al dinosaurio que llevamos dentro para sobrevivir. La noche, la vuelta a los rituales de la infancia, el crepúsculo, la casa, el grito, el miedo, la mirada del gato amado;  es el goce de la buena poesía que siempre perturba y nos conduce a la luz. Carmen Ollé (Poeta, narradora y editora. Desde Perú, 2015)

 

enrique-solinas-fotoLa poesía de Ana Cecilia Blum (Guayaquil, 1972) es una de las producciones más interesantes que nos puede ofrecer hoy la poesía ecuatoriana contemporánea. Con gran dominio de la forma, su poesía se inscribe en la tradición de la poesía escrita por mujeres en Latinoamérica, donde el género es el centro de este universo y así, de esta manera, el yo poético intenta expresar desde lo que fue, aquello que es y lo que mañana será. (…) Poesía humana y profunda, coloquial y universal, afectiva y objetiva. Los versos de Ana Cecilia Blum acompañan el ritmo del mundo con la solidez, la seriedad y la belleza, de quien ya ha recorrido un largo camino y ahora es tiempo de cosechar la siembra. ~ Enrique Solinas (Poeta, narrador y ensayista. Desde Buenos Aires, 2015)

 

 

ana-cecilia-blumAna Cecilia Blum, 1972. Poeta y ensayista ecuatoriana. Sobreviviente de Poliomielitis. Autora de seis libros de poesía. Grado y Posgrado en Ciencias Sociales y Literatura. Ha sido invitada a leer su obra en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, dentro del marco del encuentro literario “La Pluma y la Palabra” en Washington D.C.; ha participado en varios festivales literarios en América y Europa, entre ellos el Encuentro de Poetas Iberoamericanos de Salamanca, y la Feria Internacional del Libro de Miami. Actualmente ejerce la enseñanza del idioma español como lengua extranjera; es editora de la Gaceta Literaria Metaforología; y colabora con varias publicaciones digitales.

 

 

 

ÁNCORAS
Ana Cecilia Blum

Prólogo: Alfredo Pérez Alencart
Epílogo: Enrique Solinas
Editora: Carmen Ollé
Portada: José Amador Martín
Retrato: Miguel Elías

Metaforología Libros, Estados Unidos de Norteamerica, 2015

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